Número 65
        
 46 47 tanto para los habitantes nativos, los migrantes y extranjeros (Marie, 2015). Por consiguiente el riesgo y los desastres tendrán una expresión te- rritorial, localizada, con actores específicos en un contexto general y particular, se construirán bajo una lógica temporal y espacial que es por su puesto territorial y política. Pueblos, riesgo y desastres En las consideraciones precedentes es claro que las prácticas y conceptos sobre los riesgos y de- sastres en los diversos pueblos originarios, cam- pesinos mestizos y afrometizos en América Lati- na estan fuertemente vunculados a los territorios que ocupan, a su historia económica, política y su organización sociespacial que implica también lo ambiental y cultural. Verbigracia si se pone an- tención en las diversas regiones de México cómo las comununidades originarias organizan su vida por medio de una cosmovisión mítico-religiosa, unida a la moralidad y ética política, en donde los riesgos de no cumplir con rituales para ocu- par un puesto político en el pueblo, amenzan la vida y propesperidad de la misma comunidad, colocando a esta frente a un embate de riesgos de ataques exteriores, de escasez de agua en las la- gunas, de pesca de camarón y pescado, de comi- da, entre otros riesgos (Filgueiras, 2013: 19-35). Como se puede advertir por ejemplo en Xalpatlá- huac, Guerrero, donde existe siempre: […] el riesgo de espantar el maíz al cosechar- lo, por lo cual se debe contrarrestar por medio del ritual de bienvenida, puesto que el maíz es capaz de enojarse con el agricultor, en particu- lar en caso de adulterio de su esposa; por consi- guiente, la prohibición de las relaciones adúlte- ras representa un medio de evitar la pérdida de la cosecha (Dehouve, 2009: 8). Igualmente con los Pentecostés que celebran ritos de expulsión de los riesgos asociados con el poder y se reitera la limpia de los responsa- bles municipales, de sus bastones y de su mesa (Dehouve, 2012: 76). Estos mismos elementos se pueden advertir en otras sociedades, empero cambia su articulación territorial, temporal, so- cial, política, técnica, científica e incluso su pro- pia incorporación en la cultura. Es más, la agen- da de riesgos y desastres por atender, estudiar y financiar se gesta como parte de las políticas públicas e institucionales de los Estados y de las propias universidades. En esta argamasa de con- diciones, formas, políticas, acciones y prácticas es que el riesgo y los desastres son productos so- ciales que se construyen tanto porque ellos “son pensados, simbolizados, jerarquizados y argu- mentados socialmente” y los hombres y muje- res e instituciones convierten en vulnerables y riesgosos a determinados grupos sociales y los territorios que ocupan (Peña, 2019: 8). En estas consideraciones los pueblos, comu- nidades originarias, campesinas o afromestizas en todo momento tienen una participación, an- tes, durante y en el postdesastre. Tanto porque tienen simbolizado y apropiado el territorio, las tierras y terrenos, como porque se encuentran organizados políticamente e incluso porque de- fienden de diversas formas jurídica y política- mente o incluso de forma armada sus territorios. En este sentido, la manifestación del desastre será la acumulación de espacio-tiempo que se construyó en un ambiente de desigualdad, dispu- ta y conflictos por tierras, despojos y expropia- ciones territoriales. Solo baste ver c ó mo se ma- nifiestan los desastres que la minería ocasiona en los territorios ejidales o comunales, por el rom- pimiento de sus presas de jales, condicionando el manejo posterior de las tierras contaminadas. En donde en el discurso minero se colocando a esta construcción territorial y desastres como s ó lo un accidente, producto en algunos casos de un acto individual de un trabajador, no de la pro- pia forma como se instaló la mina, ocupó las tie- rras, acumuló y usa el agua, todo bajo el impulso y promoción del Estado nacional. Lo mismo se puede ver en el caso de las lluvias que precipitan en el litoral del Golfo de México o en el Pacífico mexicano, en donde los propios recorridos de los huracanes son vigilados y acusados de antemano de ocasionar riesgos de inundación o deslaves, colocando de esa forma, la responsabilidad en el huracán, como un ente externo natural a las con- diciones urbanas o rurales en donde se acumula, escurre e inunda el agua. Un punto sustancial a recalcar es cómo los pueblos, comunidades o población de colonias y barrios en espacios urbanos presentan una par- tición activa, antes, durante y después de los de- sastres, tanto porque forman parte de los núcleos de población que compraron casas  en zonas de inundación, dadas sus condiciones económicas y de trabajo precarizadas, o porque se organizan para enfrentar los embates de la propia catástro- fe, cuando las instituciones y funcionarios del estado actúan de una forma tecnocrática, consi- derando a las poblaciones como indefensas, no organizadas y sin conocimiento técnico, lo que profundiza aún más las condiciones del propio desastre: como ya se observó en los casos de los sismos e inundaciones en México, cuando la propia organización de la población a resultada efectiva en el resguardo de bienes y en salvar vidas o como también se lee en las crónicas de Monsiváis sobre la solidaridad en el desastre del sismo de 1985  [como también se puede obser- var en la catástrofe de derrumbe de parte de la línea 12 del metro]: De todas partes llegan a sumarse a los bomberos, a los granaderos, a los trabajadores del Departa- mento Central y de las delegaciones, a los poli- cías del DF y del Estado de México. Convocada por su propio impulso, la ciudadanía decide exis- tir a través de la solidaridad, del ir y venir frenéti- co, del agolpamiento presuroso y valeroso, de la preocupación, por otros que, en la prueba limite, es ajena al riesgo y al cansancio. Sin previo aviso, espontáneamente, sobre la marcha, se organizan brigadas de 25 a 100 personas, pequeños ejérci- tos de voluntarios listos al esfuerzo y al transfor- mismo: donde había tablones y sábanas surgirán camillas; donde cunden los curiosos, se fundarán Representación cartográfica de recorridos de huracanes, en la Huasteca potosina, en territorios indígenas, ejida- les y comunales. Elaboración propia (2014).
        
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