Número 65
        
 32 33 y necesidades propias y concretas de cada uno de ellos; señalaba por ello que la política indigenista sonorense se había desarrollado tradicionalmen- te “a la sombra del yaqui”. Y es que en más de un sentido el enemigo a vencer en la conciencia pro- gresista, modernizadora y desarrollista yori es precisamente el mal ejemplo de resistencia y so- beranía que los yoeme representan; cabe recordar que durante su administración gubernamental el doctor Samuel Ocaña (1979-1985) distribuyó en todas las oficinas de gobierno el Juramento tradi- cional yaqui , reconocido y respetado en cada uno de los ocho pueblos tradicionales; además de ello mandó a imprimir cientos de copias de un cuadro representado el encuentro histórico entre yaquis y españoles, como un homenaje a la fortaleza y resistencia de la Tribu Yaqui. A comienzos de la década de 1980 surge el Plan Integral de Desarrollo de la Tribu Yaqui, un amplio y ambicioso documento que contempla- ba a través de un diagnóstico una serie de tareas y acciones a emprender, para asegurar y forta- lecer los reclamos y demandas históricas de los yoeme , para cada uno de los ocho pueblos tra- dicionales; en buena medida estos documentos son elaborados con la participación de diversos representantes de la tribu, especialmente algu- nos de los maestros bilingües, intelectuales or- gánicos de los yaquis, podríamos decir. Surge de esta forma con el paso del tiempo el Programa de Apoyo para la Tribu Yaqui, conocido colo- quialmente como “los patycis”. 2 Es de señalar- se que algunos de los integrantes de este grupo desarrollaron posteriormente labor política y tuvieron diversos puestos y nombramientos al interior de la Tribu Yaqui. Es tal la importancia, fortaleza y unidad del Gobierno Tradicional Yaqui, a pesar de sus di- ferencias y discrepancias históricas internas, que con la entrada de las políticas neoliberales al país, uno de los objetivos del Programa Nacio- nal de Solidaridad (Pronasol), surgido durante la presidencia de de Salinas de Gortari (1988- 2 Al respecto se puede consultar la tesis de Macrina Restor Rodríguez, La influencia de las instituciones y programas gubernamentales en la división interna entre los yaquis de Sonora, 1970 (ENAH, 2007). 1994), atentaba en contra de las formas y siste- mas de organización propias y tradicionales de los pueblos; de esta manera el uso discrecional de los fondos de solidaridad generó o profundi- zó divisiones internas, al crear diferentes pro- gramas y dotándolos de recursos de manera tal que al interior de las distintas gentes, algunas personas controlaban ciertos programas y re- cursos, dejando por fuera a otros grupos. Tra- dicionalmente, dentro del sistema de gobierno, era la comunidad, a través de las mujeres, quie- nes expresaban su opinión en el seno de la Igle- sia Tradicional Yaqui, en cada uno de los ocho pueblos tradicionales, durante el mes de diciem- bre para definir quiénes serían las nuevas auto- ridades, al decir de la gente, se ponderaba la in- tegridad, honestidad, fortaleza y otros atributos de la persona, como la relación con su familia y su modo de actuar, según nos platicaba algu- na gente en la década de los años ochenta, luego comenzó a tomarse en cuenta si la persona tenía buenas relaciones con los del Banco Rural, o con funcionarios y políticos del Partido Revolucio- nario Institucional (PRI). Por algunos sexenios la renovación del Plan Integral de Desarrollo de la Tribu Yaqui se pre- sentaba como una forma de respuesta y aten- ción desde la propia Tribu Yaqui, a través del cual pretendían los yoeme dirigir el rumbo de su propio desarrollo. A mediados de los años no- venta el Instituto Nacional Indigenista (INI) es expulsado del territorio yaqui, por no cumplir con sus metas y programas. Entre las décadas de 1980 y 1990 se generan proyectos tales como la carretera de cuatro caminos, que atravesó el territorio yaqui y el del acueducto El Novillo– Guaymas, para dotar de agua al puerto de Guay- mas, sin que haya habido mayores conflictos o enfrentamientos, lo que habla del mantenimien- to de una adecuada relación con los miembros y autoridades de la Tribu Yaqui, aunque no en la misma forma en que anteriormente se esti- laba, dialogando paritariamente como autori- dades yoris y yoemes . A principios del año 2000 las Autoridades Tradicionales de la Tribu Yaqui realizaron una ceremonia luctuosa por los cien años del asesinato de Juan Maldonado Waswe- chia, Tetabiate, gran líder histórico de la resis- tencia yaqui; en aquel período habían entrega- do al gobierno del estado de Sonora un Plan de Desarrollo de la Cultura Yaqui (acotado al cam- po cultural), que para nuestra sorpresa, le lle- vó seis años a las autoridades estatales no leer, ni dar respuesta a dicho documento. Volviendo al homenaje a Tetabiate, el gobernador en tur- no dormitaba mientras los yoeme hablaban de la trascendencia histórica de ese momento, donde ellos habían demostrado con creces su capaci- dad de trabajo y buena relación con el gobierno y los yoris (no indígenas); sin embargo, no tuvie- ron mayor respuesta que esto. Antes de las elecciones siguientes en las que quedaría como ganador Eduardo Bours Castelo (2003-2009), al platicar con algunos yoeme sobre las próximas elecciones mucho me sorprendió que la respuesta fue que votarían por Bours, “por- que era un buen patrón”, respuesta que cuando menos me resultó escalofriante; lo que este sexe- nio representó fue la consolidación de una serie de planes y políticas donde los priístas obrego- nenses lograron recuperar el control de la revo- lución que les fue heredada por sus antecesores, proceso en el que se siguió minando la unidad del Gobierno Tradicional Yaqui, favoreciendo diver- sos grupos e intereses. Es en este período que se crea la Comisión de Apoyo a los Pueblos Indíge- nas de Sonora, que representa ya en el siglo XXI el inicio formal de algún intento de política in- digenista estatal, pues hasta ese momento la re- lación y atención con los yoeme y demás pueblos indígenas era una cuestión fundamentalmente de carácter federal, donde el INI (ahora IMPI), determinaba acciones y programas. La caída de los priístas del gobierno de Sonora al final del período de Bours representó un cor- te radical en la relación entre el gobierno esta- tal con los pueblos originarios, llega entonces el Partido de Acción Nacional (PAN) al gobierno, encabezado por Guillermo Padrés (2009-2015), quien anunció que en su sexenio el programa principal sería el de resolver el abasto de agua para toda la región, dando a conocer así la cons- trucción del acueducto Independencia, para lle- var aguas de la presa del Novillo, proveniente del río Yaqui, a la ciudad de Hermosillo. Hay que recordar que desde el gobierno de Lázaro Cárde- nas en la década de 1930, el acuerdo firmado con los yoeme fue el de dotarlos de la mitad de las aguas del río Yaqui. La transición del gobierno priísta, al panista, lejos de generar un cambio en las políticas indigenistas en la región, las radi- calizó, promoviendo con fortaleza la división de las autoridades yoeme , de donde surgen los mal llamados gobiernos duales. Esta situación repre- senta los esfuerzos de división de cada uno de los ocho pueblos tradicionales, donde el gobier- no del estado dialoga y establece acuerdos con supuestos representantes de la tribu y fuera del territorio yoeme , condiciones ambas que desde el gobierno tradicional invalidan de antemano cualquier acuerdo o negociación, pues la Tribu Yaqui no negocia nada fuera del territorio. “Queremos ser escuchados”. Consulta de creación del INPI, Ciudad Obregón. Fuente: Alejandro Agui- lar (2018).
        
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