Número 65
114 115 nuestro pueblo maya a través del llamado “desarrollo que esclaviza y mata a nuestros pueblos. De qué sirve pedir perdón a los pueblos mayas, cuando quien pide perdón perpetúa el racismo, la discriminación y el menosprecio a los pueblos: que nos trata como si fuéramos personas sin emociones, sin razón, sin pensamiento, sin posibilidades de decidir por nuestro futuro y el de nuestros pueblos de manera colectiva, horizontal y desde abajo, por fuera de la política partidista que tanto divide a nuestras sociedades. Es justamente eso lo que está en disputa: los futuros posibles de las muchas formas de vivir y de organización de los pueblos, de las niñas y los niños, de la naturaleza y la vida misma. De qué sirve pedir perdón por los agravios de pasado cuando, en el presente, la colonización de nuestros territorios y de nuestros cuerpos y emociones y pensamientos persiste cada día con más violencia e intensidad; cuando con la imposición de los grandes proyectos se nos arrebata el territorio: la tranquilidad de los poblados se transforma en el terror que viven a cada momento las compañeras y compañeros de Cancún, Playa del Carmen, Tulum, Bacalar, pues se han convertido en sedes regionales, nacionales y hasta globales de la explotación laboral, de la inseguridad generalizada, de los feminicidios y asesinatos, del tráfico de drogas y de personas. ¿Ese es el Desarrollo del que tanto hablan? ¿No acaso es lo contrario? Ese desarrollo del que hablan parece más bien un infierno que se extiende como una plaga de muerte en dirección hacia los pueblos. De qué sirve pedir perdón a la Madre Tierra cuando las selvas están siendo literalmente devastadas por el agronegocio, la industria inmobiliaria y turística; por los parques eólicos y fotovoltaicos que solo producen energía para las propias grandes empresas; por el gran proyecto llamado sembrando vida (que no hace más que sembrar muerte). Pedir perdón tendría sentido si inmediatamente se repararan y compensaran los daños al pueblo maya por los errores del presente, por las decisiones que causan el desastre medioambiental en territorios mayas: las concesiones para el cultivo de transgénicos e híbridos y el uso de pesticidas que llevaron a la grave contaminación del manto freático y la presencia de glifosato en la sangre y leche materna, la deforestación de la sagrada selva y la muerte de las abejas y otros insectos nativos que mantienen los vivos ecosistemas y son fundamentales para mantener los medios de vida de las comunidades mayas. No, señor presidente: ¡no aceptamos su perdón! No un perdón cínico y tramposo. Lo que exigimos y que hemos exigido desde hace mucho tiempo, y lo que han exigido de otras formas nuestras abuelas y abuelos en las décadas y siglos pasados, es que se respeten los derechos de los pueblos indígenas, de nosotras y nosotros como pueblos mayas. ¡Exigimos un alto al megaproyecto mal llamado Tren Maya! A la siembra de los monocultivos de agricultura transgénica. A las granjas porcícolas que contaminan nuestras aguas. A las empresas eólicas y fotovoltaicas que despojan las tierras. A las políticas que impulsan las industrias de las inmobiliarias y el turismo masivo que devasta la naturaleza y nuestras diversas formas de vida que defienden la vida misma. Es decir, exigimos que se detenga el desarrollo capitalista en nuestro territorio maya. Se nos pregunta qué alternativa proponemos. Nosotras y nosotros, desde la Campaña U Jeets’el le Ki’ki’ kuxtal (es decir, en otras palabras: el asentamiento de la buena vida/autonomía), proponemos formas de vida, y no proponemos una, sino muchas, las de los pueblos que somos. Lo que queremos son autonomías que nos permitan vivir bien, en tranquilidad con la naturaleza. Una vida digna. No queremos que nos pidan perdón. Exigimos el respeto al derecho de ejercer nuestras autonomías. ¡Aquí estamos, señor presidente! ¡Aquí estamos los pueblos en lucha! ¡Aquí estamos y no nos rendiremos! Hoy, 3 de mayo, aun escuchamos el llamado de la Cruz Parlante, el llamado de la libertad, el llamado de las autonomías. Hoy honramos a nuestros abuelos y abuelas que como en 1847 se levantaron en armas en la mal llamada Guerra de Castas, para defender su territorio. El mismo territorio que hoy amamos y nos toca defender. Hoy es un gran día para nuestra memoria como pueblos, un gran día para nuestra ritualidad, en nuestra espiritualidad, la de los pueblos en lucha. ¡Aquí hemos estado, aquí estamos y aquí seguiremos los pueblos mayas! Campaña U Jeets’el le Ki’ki’ kuxtal Península de Yucatan https://www.facebook.com/Campa%C3%B1a-U-Jeetsel-le-Kiki-kuxtal-103355975208381
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