Número 65

108 109 Conclusiones ¿Entonces, qué es lo que las ciencias de la com- plejidad nos enseñan sobre el Sistema Tierra y sobre el Colapso? Una primera lección es que al analizar los pro- blemas de cualquier naturaleza hay que evitar caer en el error de prestarle excesiva atención a los factores precipitantes que detonan una crisis (como el influjo de nutrientes al lago), y no la su- ficiente a los factores predisponentes que mer- maron previamente la resiliencia de un sistema (como la pérdida de la vegetación en el lago). Al voltear a cualquier dirección es evidente que los esfuerzos se concentran en la corrección de los factores precipitantes: dar un antibiótico, resca- tar un banco, construir un muro, recoger el sar- gazo. Esta visión limitada quizás es un produc- to natural del pensamiento reduccionista. En la práctica científica cotidiana lo usual es expulsar a la complejidad del diseño de la investigación y simplificar al máximo las variables en estudio para “purificar” las conclusiones del análisis. Para hacer frente a los desafíos del Antropoce- no tenemos que desarrollar nuevos paradigmas que nos ayuden a entender la compleja e íntima relacionalidad que existe en el mundo, y propo- ner maneras de cultivar la resiliencia . Esto sig- nifica, de entrada, que tenemos que preservar al máximo posible la complejidad ecológica que aún queda, pero también que es imprescindible que procuremos diversificar nuestros modelos pro- ductivos, nuestras relaciones, las fuentes y for- mas de conocimiento y el conjunto de nuestras sociedades. El desarrollo de la resiliencia socioe- cológica para el desarrollo sustentable es un área activa de investigación, y el Centro de Resilien- cia de Estocolmo propone siete principios para desarrollar la resiliencia socioecológica, que el lector interesado podrá consultar aquí . El cambio global será un factor predisponen- te para la mayoría de las circunstancias adver- sas que enfrentemos como humanidad en los próximos siglos, pero su relación con las crisis puntuales podría no ser evidente. Existe el ries- go de que el grueso de la gente común, la acade- mia común y el gobierno común no logre iden- tificar las relaciones. El pensamiento complejo es importante, porque si no tenemos conscien- cia de la complejidad de las interacciones que existen en el mundo (consciencia tan solo, pues un verdadero entendimiento de su profundidad escapa a nuestra comprensión) es más probable que encontremos explicaciones simplistas para los problemas que se nos presentan: la inmigra- ción, las conspiraciones o la voluntad de Dios. Así pues, el pensamiento complejo debería pro- moverse en todos los campos de la academia y en la educación media superior. En particular dentro del campo de la econo- mía, es necesario desarrollar un pensamiento económico para el siglo XXI que sea agnóstico sobre el crecimiento económico y que en vez de dejar la suerte del Sistema Tierra en manos invisibles sea capaz de imaginar un modelo económico diseñado para ser redistributivo, regenerativo y resiliente por diseño , partien- do de un entendimiento mucho más profundo de la complejidad de los sistemas productivos de la Tierra. Uno de los llamados más atracti- vos a ese respecto es el que hace la economista Kate Raworth con su economía de la rosquilla (Doughnut economics), que abordaremos en el próximo número. Necesitamos transicionar de una economía que maximiza el flujo de energía a una que mi- nimice la producción de entropía . Esto implica disminuir el consumo de recursos al mínimo in- dispensable para mantener en funcionamiento las estructuras y procesos que ya están en mar- cha, en vez de buscar un crecimiento que tienda al infinito. El crecimiento de la sociedad huma- na dentro del planeta Tierra obviamente está so- metido a límites biofísicos, eso son precisamen- te los límites planetarios, así que ningún avance en tecnologías “sustentables” y “energías ver- des” nos logrará mover de la trayectoria hacia el Colapso si no va acompañado de un cambio en la dinámica metabólica de nuestra sociedad hacia una de mínima producción de entropía. En una conferencia que dio en la Facultad de Ciencias de la UNAM en 2013, Richard Levins dio algunas conclusiones sobre cómo lidiar con la complejidad: “Cuando hay dos argumentos váli- dos que conducen a conclusiones opuestas, hemos planteado mal el problema; hay que ir hacia atrás y plantear el problema lo bastante grande para que en realidad quepa una solución .” 15 Por ejem- plo, si el problema en el que queremos trabajar es el desarrollo humano de las comunidades más empobrecidas del sureste mexicano, puede ser válido argumentar que necesitan tener un medio ambiente sano, ríos limpios, ecosistemas biodiversos, pero también puede ser válido de- cir que necesitan tener una fuente de ingresos confiable, como el turismo o la venta de un pro- ducto agrícola como la soya. Así, de entrada, la conservación de la biodiversidad y el derecho a un ingreso digno parecen enfrentados. Sin embargo, hay que darse cuenta que el proble- ma está mal planteado. Los que promueven esta aparente contradicción, cuyo rostro visible es el Bolsonaro o Trump de turno, quieren hacernos creer que tenemos que elegir entre una cosa o la otra, desarrollo humano o medio ambiente, derecho al aborto o respeto a la vida, derecho a la desobediencia civil o paz y orden, porque su agenda no es el bienestar de las comunidades, es la ganancia. “Aquí podemos ver que el capitalismo ha logrado convertir cada movimiento por la justi- cia en algo que se puede utilizar contra otros movi- mientos por la justicia” , dice Levins 15 . Esto tam- bién significa que cuando dos movimientos por la justicia entran en conflicto, los dos están pi- diendo demasiado poco. Pero si nosotros damos un paso atrás, podemos empezar a formular las preguntas correctas, a plantear los problemas lo bastante grandes para que quepan soluciones. Plantear el problema del tamaño correcto signi- fica pensar a nivel de comunidades socioecoló- gicas. Por ejemplo, ¿cómo podemos promover el bienestar y la resiliencia de esta comunidad, al mismo tiempo que procuramos la biodiversidad del ecosistema sobre el que se asienta? No hay que dejarse engañar. Hemos estado pidiendo demasiado poco. Todo lo que hemos aprendido sobre el Sistema Tierra nos enseña que los humanos solo somos un elemento más entre los que conforman Gaïa, que tenemos un potencial destructivo enorme para ella pero que también tenemos el potencial de ser guardianes conscientes de su estabilidad, poniendo nuestras competencias al servicio de la entidad de la que formamos parte. Esto impli- ca expandir el círculo que traza la palabra no- sotros: no se trata de nosotros los humanos, sino de nosotros (¿nosotres?) La Tierra. Plantear el problema del tamaño correcto significa pensar en comunidades socioecológicas completas, sig- nifica incluso que sea lo suficientemente grande para que quepa una solución para todo el Siste- ma Tierra. Desde sus propias epistemologías, muchas culturas alrededor del mundo y de la historia han tenido conocimiento de que la Tierra está viva, de que el equilibrio en las relaciones im- porta, y de que los seres humanos tenemos un rol que cumplir como guardianes de ese equili- brio. Tal es la cosmovisión del pueblo Arhua- co , por ejemplo. Las ciencias de la complejidad no descubrieron una naturaleza secreta de la Tierra, tan solo crearon una gramática que pu- diera describirla en términos científicos. Este es un humilde recordatorio de que haríamos bien en prestar atención a lo que otras formas de co- nocimiento nos pueden enseñar. Por último, puede ser que evitar el colapso no esté en nuestras manos. Pero, pese a todo, quizás nos ofrezca algún consuelo recordar que el colapso no es sinónimo de final . El Colapso es una época de sufrimiento y desesperación enormes, pero también pueden haber nichos para la creatividad, como argumentaba el histo- riador Theodore Roszak sobre el arte sutil de la desintegración creativa . 16 Y es importante crear y procurar esos nichos. Eso es la desintegración creativa: buscar formar comunidades socioeco- lógicas resilientes que puedan soportar las di- ficultades en medio del colapso generalizado, y quizás algún día florecer y proponer nuevas maneras de imaginar el mundo. El Colapso tiene muchos rostros y significa- dos. 16 Roszak, Theodore. (2002). The Voice of the Earth. An Exploration of Ecopsychology. E.E.U.U.: Phanes Press.

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