Número 65

106 107 Quizás una de las historias más aleccionado- ras sea la de los Rapa Nui de la Isla de Pascua, quienes después de talar el último árbol sobre la isla, vieron c ó mo su sofisticada civilización colapsaba , de manera que de los 14,000 habi- tantes que había en su época de máximo apo- geo solo quedaban dos mil dedicados a la caza y la recolección a la llegada de los europeos en el siglo XVIII. La tragedia de los Rapa Nui de la Isla de Pascua nos enseña que un ecosistema simplificado no puede sostener a una sociedad pocene epoch: Report of the Rockefeller Foundation-Lancet Commission on planetary health. The Lancet, 386(10007), 1973–2028. https://doi. org/10.1016/S0140-6736(15)60901-1 compleja. Lo que colapsan son sistemas socioe- cológicos en su conjunto, así que ya es hora de superar la fantasía de que nuestras sociedades pueden sobrevivir al colapso de los ecosistemas de los que forman parte. Algunas reflexiones sobre el Sistema Capitalista No es nuestra intención elucubrar en este ar- tículo sobre qué es exactamente el capitalismo ni lanzar predicciones sobre cuánto falta para que colapse. Pero resulta aparente que eso a lo que llamamos capitalismo podría caracterizar- se como un sistema y que es complejo . Así pues, aventuraremos unas pocas reflexiones sobre el Sistema Capitalista. Primero, si caracterizamos el capitalismo como un sistema termodinámico, podríamos describirlo como uno que maximiza su flujo de energía. Eso se refiere a que emplea una gran cantidad de energía en generar trabajo y expan- dirse continuamente, y como resultado genera un montón de entropía 14 . Esto ocurre, por ejem- plo, en procesos como la combustión, el creci- miento y desarrollo de un niño y el crecimiento de tumores malignos. “Sociedad de consumo” es una manera apropiada de referirse a la dinámi- ca metabólica del capitalismo: un sistema que consume desenfrenadamente la vida del Siste- ma Tierra (de Gaïa) para producir dinero y can- tidades descomunales de basura y devastación ambiental. Sus más férreos defensores dirán que el objetivo de la economía capitalista es satis- facer las necesidades humanas, pero lo que no mencionan es que si esto llega a ocurrir es como subproducto de la producción de dinero, no al revés. El sistema solo produce con eficiencia dos cosas: dinero y entropía. Sin ningún tipo de regulación, la sociedad de consumo es exacta- mente igual en términos termodinámicos a una célula que se ha malignizado. Segundo, el capitalismo también ha demos- trado su capacidad de evolucionar y adaptarse al cambio, y el dinamismo con el que ha evolucio- nado y la rapidez con la que muchas economías se han recuperado del impacto de la pandemia actual dan fe de esto. En la capacidad de adapta- ción del capitalismo la tecnología ha jugado un papel clave: el incremento en la eficiencia de la explotación de los recursos ha permitido al sis- tema capitalista seguirlos extrayendo donde ya estaban agotados, como ocurre con el fracking o la minería a cielo abierto. Pero el mundo es fini- to, y la negativa tenaz del capitalismo a cambiar su dinámica metabólica implica que cualquier incremento en la eficiencia productiva solo con- 14 Giampietro, M., & Mayumi, K. (2018). Unraveling the complexity of the Jevons Paradox: The link between innovation, efficiency, and sustainabili- ty. Frontiers in Energy Research, 6(APR), 1–13. https://doi.org/10.3389/ fenrg.2018.00026 tribuirá a acelerar el consumo de los recursos. 12 Tercero, aunque quizás no fuera evidente a primera vista, el modelo de producción capita- lista se ha acompañado de una simplificación ecológica en todo el espectro de las dimensio- nes humanas: desde los paisajes hasta los mode- los productivos, desde nuestros intestinos has- ta nuestras relaciones interpersonales, desde la cultura en sus distintas expresiones hasta las opciones de atención a la salud, la tendencia es a una pérdida de la diversidad. Además, el altísi- mo grado de conectividad global que existe hoy aumenta el riesgo de que una crisis en una par- te de la red se expanda y replique a lo largo de todo el globo, como puso de manifiesto la crisis económica de 2008, y más recientemente la pan- demia de coronavirus. Todo esto merma la resi- liencia de nuestras comunidades, y hoy somos más vulnerables que nunca a lo que acontezca del otro lado del mundo. Por último, el sistema capitalista no solo ne- cesita obreros, también necesita científicos y todo tipo de trabajadores con un alto nivel téc- nico e intelectual. Para eso existen las universi- dades, y para eso existimos los universitarios: para producir y utilizar conocimientos útiles para generar ganancias. Parafraseando al ecólo- go matemático Richard Levins 15 , ese es el reto de la educación capitalista: cómo producir ge- nios enanos. Genetistas tan brillantes que pue- dan modificar genéticamente una planta para que sea resistente a plagas pero al mismo tiem- po no sea capaz de reproducirse, de manera que los campesinos se vuelvan dependientes de la agroindustria; o ingenieros tan competentes que puedan extraer oro en las concentraciones más pequeñas desde las entrañas de la tierra, pero tan ciegos que no puedan ver cómo afectan el medio ambiente, al agua potable y la vida de la gente. Mientras la ganancia siga siendo la agen- da predominante de la ciencia, es poco probable que nos pueda ofrecer alternativas verdaderas a la trayectoria capitalista al colapso. 15 Levins, Richard. (2015). Una pierna adentro, una pierna afuera. México: CopIt-arXives y Editora C3 (publicado electrónicamente) Fig. 8. Las trayectorias posibles del Sistema Tierra durante el Antropoceno. De continuar la transgresión humana de los límites planetarios, puede cruzarse un umbral planetario tras el cual un calentamiento en cascada nos lleve a una “Tierra invernadero”. La alternativa, intervenir ahora para cambiar la trayectoria y estabilizar la Tierra en un estado similar al Holoceno. Tomado de Steffen et al (2018).

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