Número 63
214 Ricardo Melgar El maestro y el amigo José Miguel Candia N o me gusta escribir en primera persona, pero en esta ocasión no está mal que lo haga. Debo vol- car en un texto que sea austero y transparente en sus palabras, al- gunas reflexiones sobre Ricardo Melgar Bao. Me- nuda tarea. ¿Como referirse a quien siendo tan cercano en la vida profesional y en el siempre frágil mundo de los afectos se despidió de nosotros hace apenas un mes? Puedo relatar anécdotas y episodios chuscos o bien solemnes, si quisiera, de su amplia la- bor académica o de una entrañable amistad que mantuvimos durante cuarenta años. Guardo en la memoria, como si fuera hoy, una tarde de otoño limeño en mayo de 1976, cuando Alicia Jiménez, amiga de Ricardo, nos presentó, y regresar, un segundo después, a nuestras charlas por “zoom” días antes de su muerte, el pasado 10 de agosto. Tal vez un poco de cada cosa, a riesgo de sacrifi- car detalles y momentos que ya habrá tiempo de recordar, cuando la cabeza y el corazón estén de mejor ánimo para afrontar esa tarea. Soliamos hablar, debatir y cruzar evidencias testimoniales de todo tipo frente a mil temas de la realidad latinoamericana. En materia docu- mental aprendí a manejar archivos y consultar fuentes primarias insospechadas. Para Ricardo el papel más inocente y en apariencia intrascen- dente, podía guardar secretos. De una charla de sobremesa acerca de los combatientes interna- cionales en la guerra civil española, se derivó un trabajo que bajo su orientación, tuve el gusto de investigar y redactar. El ensayo acerca de los mi- licianos peruanos que participaron en la guerra de España fue publicado en la revista Pacarina del Sur otro producto del epiritu emprendedor de Melgar (Año 8; Nro. 29; octubre-diciembre 2016). Con Ricardo pude conocer en detalle aspec- tos centrales de la vida política y social de los
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