Número 63

213 Fui testigo también de su permanente interés por la apertura de nuevos espacios de vincula- ción académicos, de debate, crítica, diálogo y re- flexión, ajenos a las constreñidas normas de las instituciones y universidades. En ese sentido, En el Volcán nació bajo iniciativa de una serie de académicos del Centro INAH Morelos, incluido Ricardo, buscando convertirse en portavoz de los trabajadores de la cultura asumiendo, como su carta fundacional lo indica, “el ejercicio de la crítica como actividad profesional y ciudadana y, de cara a la problemática de la ciudad en que residimos y a aquellas otras con las que está im- bricada por mil y un hilos, ampliamos nuestra visión al ámbito nacional e internacional”. Quedará en otros la tarea de revalorar el tra- bajo y el legado académico de Ricardo. A los que lo conocimos, amigos y colegas, nos queda- rá recordar anécdotas y la bella experiencia de conocerlo. En lo personal, me quedaré con una experiencia de aprendizaje académico única y el recuerdo de un amigo entrañable, así como el recuerdo de su hablar pausado, un tanto so- lemne, cargado de sabiduría y las charlas con amigos suyos, varios de los cuales ahora son míos, sentados en la terraza del jardín que tan- to amaba, mientras sostenía a su querida gata Lola. Sirvan estas breves palabras como una ce- lebración de la vida de Ricardo y del inicio de su viaje al infinito. Ricardo Melgar, 2011. Foto: Archivo familiar

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