Número 61

18 bre los jóvenes respecto a la gente mayor, con lo cual no se ha respetado el acuerdo de la Organi- zación Mundial de la Salud (OMS), en donde se señala que “los sistemas de salud deben propor- cionar a toda la población el acceso a servicios sanitarios necesarios, incluida la prevención, la promoción, el tratamiento y la rehabilitación de calidad, y garantizar que el uso de estos servi- cios no exponga al usuario a dificultades finan- cieras” (OPS, en internet). De igual manera, las políticas neoliberales no han respetado el acceso universal a la salud y su cobertura universal: peor aún, se ha precarizado la situación laboral eliminando logros de traba- jadores como el acceso a los sistemas de salud estatales o el sostén del trabajo en las eventua- lidades, así se han visto desmantelados de los sistemas de salud y sanidad, delimitando princi- palmente privilegios sectoriales al dar impulso a los sistemas de salud y atención privados, con lo cual se abandonó a la población general; en sí, los gobiernos neoliberales desecharon todo compro- miso social respecto a los sistemas de bienestar poblacional, de ahí que en países como Ecuador la gente no sepa qué hacer ni con sus muertos. Lamentablemente, las epidemias de este siglo han demostrado bruscamente que es necesaria una nueva política social en la que se replanteen los ob- jetivos y prioridades de las poblaciones y aún más, que se priorice la educación humana y se de singu- lar importancia al cambio de los “valores” que tra- jo consigo la política neoliberal, mediante la cual los individuos se han tornado más individuales y egoístas: quizás esto forme parte del fracaso en contra de la pandemia en los países europeos. Sin embargo, tampoco el autoritarismo de los países asiáticos se vislumbra como una solución. Es claro que el avance de la enfermedad está en pleno apogeo y no se vislumbra un punto de culminación; sin embargo, se puede advertir que las enfermedades presentan ciclos que bien nos podrían dar un antecedente de cómo transitará Gráfico 7. Tendencias estacionales de las enfermedades respiratorias, calculadas a partir de los decesos en una población colonial con un desarrollo natural de las enfermedades, para un intervalo de tiempo de 50 años, de 1750 a 1800 (Creación propia Monterroso, 2015)

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