Número 60
81 mando”, sin “autor intelectual” (dicho intencio- nadamente en singular y en masculino). Sin embargo, la rudeza que se vive todos los días en toda la región, que se expresa agudizada y con sus matices locales, nos obliga a ser muy ri- gurosas y a preguntarnos: Además del hartazgo de tener un país al que el feminicidio le arrebata, di- cen los que llevan cuentas, más de 10 mujeres por día, en el caso mexicano ¿qué condiciones han dado posibilidad a este estallido de mujeres (y algunos, no pocos, hombres) decididas a detener de raíz la violencia patriarcal? ¿qué es lo que está centralmente en juego, respecto de esta lucha? En México, desde luego que esa rabia nos bro- ta y se multiplica al saber que, en todos los úl- timos feminicidios “la nota periodística de cada día”, los agresores habían sido (o seguían siendo) la pareja sentimental de esas mujeres que fue- ron agredidas y denigradas hasta llevarlas a ni- veles de letalidad en todas las dimensiones de su persona (Quijano, 2020). Las mujeres de nues- tro tiempo histórico, vivimos, como proceso de subjetivación masiva, señales de cómo nuestras vidas, muertes y nuestra existencia humana es vejada y sometida ignominiosamente. Entonces señalamos, sin equivocación posible, al machis- mo como causa inmediata de esos hechos, pero en ese momento nos abofetea la perversidad ab- yecta contra niños y en especial contra niñas. Resulta que el machismo es la expresión última de esta misoginia, pero no es respuesta suficien- te para comprender las condiciones que hacen posible la tragedia que se está viviendo, ni las dimensiones que va tomando. Al hecho, atroz en sí mismo, se le suman las formas de comunicarlo, se le suma el uso que de él se hace para convertirlo en arma intersubje- tiva, en veneno que es selectivo y generalizado al mismo tiempo. Son formas educativas de go- bermentalizar (dominar el cuerpo y controlar la voluntad del colectivo) mediante el miedo que, de ser basal, se lleva al extremo de promover el pánico cíclico: agudizado por las noches, en cier- tos espacios (taxis, barrios), en determinadas situaciones (conglomeraciones, lugares abier- tos-sin rejas-sin control de flujo) que reprodu- cen el androcentrismo como particular manera de entender y valorar a las personas, a las cosas, a las capacidades de hacer, de crear, de defender, de pensarnos socialmente. A las formas de comunicar los hechos (gro- tescas y viles), se le agrega el oportunismo y la estupidez de las tradicionales izquierdas, dere- chas (y todo el gradiente que transita de un polo al otro, según sea el tema del que se trate). Sur- ge la pregunta necesaria, ¿este “ya basta” es una respuesta reactiva por pura voluntad de sobre- vivir a este contexto terrorífico? Parece que sí y entonces replantearse la izquierda exige también replantearse los feminismos, porque nos toca- rá como tales, caminar esta causa que al ser tan primaria y profunda, hace converger a “demasia- das” colectividades. Así de compleja esta causa feminista, así de importante no soltar ni un milí- metro ganado y así de humilde el caminar plane- México. Contra el feminicidio. Marcha del 8 de marzo de 2020. Foto: Nashielly Cortés Hernández
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