Número 60

50 pero nos pesa entonces esta historia y Bueno, es una historia que todavía duele y que no nos ha permitido levantarnos como tendríamos que ha- cerlo. Hay otra relación que tenemos como pue- blo maya peninsular con la cuestión económica, la cuestión económica es distinta como nosotros la vemos a cómo la ven occidentalmente, que por lo general está relacionado con el consumismo, una cosa es el consumismo y otra cosa es tener una economía para vivir: son cosas distintas. No- sotros el pueblo maya, cuando llega la televisión, es que va perdiendo mucho su sentido de ser pue- blo maya, de tener esa identidad y esos valores y claro, hoy la gran mayoría de los pueblos mayas tienen su televisor: mientras más pobre econó- micamente sea, más grande su televisor, y les ha calado mucho esto del consumismo, entonces en la desesperación de comprar cosas, porque es así como primero compro y luego existo, pues van a buscar el dinero fácil, porque además ahí en la televisión escuchan que hay mucho dinero fá- cil, hay corrupción, pero también escuchan que a muchos de los corruptos, los grandes corruptos, no los castigan. Si hay alguien se robó una galli- na, un cochino, entonces sí que lo agarren y lo metan al bote, pero si robo allá en PEMEX y robo allá en alguna Secretaría, pues no ese no, no hay que castigar. Entonces dicen: - Pues no, está muy mal eso de la corrup- ción y, si hay, hay que meterle duro. Si me castigan es porque no soy buen co- rrupto, hay que ser bueno para que no me castiguen. Entonces hay un problema de pérdida de valo- res, de pérdida de identidad, también aquí y eso igual nos golpea mucho. Es en este contexto en el que llegan los pro- motores de los megaproyectos con su mochila de dinero; no les voy a mentir, lo hemos visto: llegan con su mochila de dinero y le dicen a la gente: - Aquí traemos 500 mil pesos y se los pode- mos repartir ahora porque queremos hacer un trabajo en su territorio, en su tierra, que- remos sembrar limones, queremos sembrar stevia, queremos sembrar árboles frutales y además les vamos a dar empleo, ustedes mismos lo van a trabajar les vamos a pagar bien y este dinero que trajimos no les com- promete a nada, solamente es como una se- ñal de trato. Y los ejidatarios que están aquí si quieren pasar a afirmar su asistencia, su lista de asistencia -como esa que firmamos hoy aquí- pues que pasen a firmar su lista de asistencia y hay 500 mil pesos. Y claro, pues hay ejidatarios que nunca han tenido ni dos mil pesos de efectivo en su bolsa. - Ah sí es así, 500 mil pesos es un monto de dinero. Lo que no se habían dado cuenta, es que ellos son 500 y les toca de a mil, que mil pesos no es gran cosa ¿verdad?, entonces pasan y les dan una hoja en blanco y firman su lista de asistencia, en la hoja en blanco, y una vez le dije a un viejito en maya: - ¿Por qué? ¿por qué firmaste la hoja en blanco? Y me dice: - Hijo, me da igual yo tampoco sé leer, ¿de qué me sirve que tenga letras si no lo pue- do leer?, me da igual firmar en blanco que firmarlo con letras. - ¿Y les explicaron? - Pues nos leyeron un papel. - ¿Y qué entendiste? - Pues sólo entendí lo que dijeron, que nos van a repartir ese dinero y nos dijeron que es pues así como una señal de trato, nada más. Y algunas veces esa hoja en blanco la han lle- vado al RAM y la han convertido en un docu- mento de contrato, de usufructo, palabra que no conoce la gente. Entonces así ha pasado este problema, pero la gente que todavía conserva sus valores tiene en su casa su gallinita, tiene su pavito, tiene su milpita y si bien es cierto no tiene mucho dinero tampoco lo necesita, no lo necesita para acumu- lar porque tiene para comer. El año pasado, por ejemplo, mi hermano y yo hicimos milpa, hici- mos tres hectáreas de milpa y todavía seguimos cosechando las calabazas de la milpa y sacamos de esa milpa muchas toneladas de maíz. Afortu- nadamente llovió bien y solo con el dinero del maíz que vendimos en nuestro propio pueblo (porque no decidimos no vendérselo a las cor-

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