Número 60

47 te no tenemos tortilla con esos comemos y bien, pero la maquinaria que meten para destruirlo no sabe eso, ni siente al igual que el que ordena destruir esto tampoco siente, como la máquina que destruye. Entonces siembran aerogenera- dores que no le va a servir al pueblo porque no es para el pueblo, sino es para Cinépolis y para otras empresas, y ahora para el tren y sus polos de desarrollo, entonces siembran los aerogene- radores ahí: es más, uno de los representantes de la empresa me dijo una vez, un francés que ve el proyecto de San José Tipceh, “Ticul A”, un tipo que habla no sé cuántos idiomas, interesante porque cuando comienza la asamblea, y comien- za a hablarle a los sabios indígenas, comienza como en español, luego como en francés, luego como en chino y quién sabe generalmente se ha- bla y se pone muy nervioso y dice: “imagínense ustedes, nunca han visto un paisaje tan bonito de mil aerogeneradores o una plancha de espejos” no estoy hablando del siglo XVI: estoy hablando de este tipo de ahora, pues así es como lo ven ellos, así es como nos lo quieren hacer creer, y claro, en esta deforestación que viene, que nos da pena, dolor, muchas veces con los argumen- tos de “Bueno, es una propiedad privada, es de don fulano de tal, nosotros no estamos afectando las propiedades de la comunidad, sino estamos hablando y haciendo los contratos con los due- ños de estas tierras” pues sí, pero la península es territorio maya, es nuestro cuerpo como pueblo, y podrá tener allí un documento que diga que él es el dueño, pero toda la península es el cuerpo maya, es de la península de Yucatán y todos no- sotros nos dolemos por eso, los que hemos creci- do allí y hemos crecido como comunidad maya, como pueblo maya, pues no podemos sentirnos ajenos a eso y pues Bueno, por eso decimos: “no podemos en Múuch Xíinbal ni vender, ni rentar la tierra”. Hay una relación también histórica con este lugar, nuestra relación histórica con este lu- gar o con esta península tiene que ver con lo que nos cuentan nuestros abuelos, nuestros abuelos nos han dicho: - Hijos, esta tierra que en la que hoy vivi- mos pues nos ha costado dolor y tristeza y hay que cuidarla, y recuerden que si no hay tierra para cultivar, si no hay tierra para sembrar, pues no va a haber comida. Y una vez me invitaron a leer poesía Maya, que es la que escribo, en una escuela primaria, y me fui y le pregunto a los niños en la Ciudad de Mérida, le digo a los niños “¿de dónde viene el tomate niños?” Y uno me dice “del supermer- cado” y sí: es lo que conoce, tiene razón, él no conoce otra cosa. Entonces aquí viene el argu- mento “¿Y cómo vamos a sostener el supermer- cado si no hay energía, si no hay corriente?”, “¿Y cómo vamos a sostener este supermercado si no hay tren que lleve las cargas?”, “¿Y cómo vamos a comer carne si no hay granjas de 50,000 cerdos?” La integralidad de los megaproyectos, que nos despojan de nuestro territorio, tienen una cosa en común: quitarnos la tierra, pero además la destruyen, porque una cosa es el arrebato y otra cosa es la destrucción. La fumigación que no está permitida en Yucatán, se supone con avionetas, pues los empresarios lo pasan por un arco del triunfo, con avionetas hacen las fumigaciones y nadie en la autoridad lo ve, ni lo abolen. Y cuan- do le hemos dicho a la SEMARNAT, así como estamos hoy nos hemos reunido con la SEMAR- NAT, no estoy hablando de las anteriores sola- mente, sino de la SEMARNAT actual, nos dicen: “¿de veras pasa eso?” así nos contestan. ... porque cuando traen las máquinas y arrasan, les vale un comino si este árbol produce miel, si este árbol produce comida.

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