Número 60
43 Pedro Uc: Muchas gracias. Pues primero agra- decerles mucho la invitación a compartir este espacio con ustedes, agradecer mucho la pre- sencia de cada uno aquí en este momento y pues nos convoca la palabra, nos convoca esta fiesta que es muy importante en estos tiempos que pueden ser de cuarta o de quinta, la cuestión es que yo no soy académico: yo vengo más bien a compartir con ustedes algo que tiene que ver con la experiencia que hemos vivido, allá en la península de Yucatán; una especie de testimo- nio, de reflexión y de compartir lo que hacemos, lo que vivimos, lo que sufrimos y lo que disfru- tamos también en este caminar. Pues un poco el nombre de esta reflexión, porque creo que era necesario ponerle nombre, le llamamos “Identidad - Territorio”. La cuestión de la identidad para nosotros los mayas es una cuestión sumamente importante, porque si qui- zá o tal vez en maya no existe como tal la pala- bra identidad, pero existe en maya una palabra que es chi’i’balil, que significa “la familia que nos une”, y la familia no por la sangre necesaria- mente, sino la familia como forma de vida de un pueblo, entonces va más allá de lo que a lo mejor se puede entender por identidad. Este chi’i’balil no puede entenderse sin un espacio, no puede entenderse sin los elementos que conforman la vida, no puede entenderse sin los animales, sin los árboles, sin los bejucos, sin los pájaros; no se puede entender sin los modos de producción, principalmente la milpa, no se puede entender este chi’i’balil sin esos elementos. Entonces, cuando a los mayas peninsulares se les pregunta “¿qué es lo que hace maya a un maya?” y lo que dicen es el chi’i’balil, ese chi’i’balil pues a lo mejor es una palabrita pero tiene un, decimos en maya, un xin’ah : un dolor, tal vez en español le pueden decir profundidad, no sé, tiene un do- lor: tiene una carga que consiste justamente en ver la vida conectada con todo, yesta conexión con todo implica respetar, implica conservar, implica mantener ese todo. Es una visión, es una forma de ver, es una forma de entender la vida que tenemos en los pueblos, por eso es que nos parece un poco extraño cuando en la mentalidad occidental nos juzgan con esa mentalidad occi- dental, que consiste en que todo hay que sepa- rar, en el que todo hay que amurallar, en el que todo hay que dividir y en el que todo le tiene que pertenecer como propiedad a algo, y pues sí lo sentimos raro: lo sentimos extraño y bueno, este sentimiento está así como acumulado un poco allá y nos duele, pero nos duele más, mucho más cuando se hace oficial. Cuando nosotros pusimos un amparo en con- tra del ASPY, este famoso acuerdo por la susten- tabilidad, esa palabra rara para nosotros, el juez nos dijo una cosa interesante a mí, pues yo soy uno de los firmantes del amparo, y a otro com- pañero, nos dijo:
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