Número 60
30 cos prehispánicos del Tajín (México) y de Machu Picchu (Perú). Los límites permisibles de flujo de turistas sobre corredores preestablecidos para el ecoturismo y el turismo cultural dependen de las condiciones de cada sitio declarado patrimonio mundial de la humanidad. Sin embargo, para los usos empresariales de los sitios culturales, sólo cuentan las ganancias crecientes que acompañan a los ascendentes flujos turísticos. En perspecti- va, la lógica de las concesiones empresariales, es- timulada por la demanda creciente de los flujos turísticos globales y las ganancias generadas, ha ablandado las instituciones y políticas estatales de conservación. Recordaré igualmente que los im- pactos devastadores de los incendios provocados a fines de los noventa en el santuario de las Islas Galápagos del Ecuador se debieron a los incon- trolables flujos de ecoturistas. Sin embargo, no se han tomado medidas correctivas al respecto, las cuales que no pueden ser compensadas con la co- locación de unos cuantos letreros preventivos. Corolario Nuevas reglas e intereses presiden y orientan este proceso global en materia de patrimonio cultural e identidad nacional, situados en los marcos del mercado y del turismo cultural, así como en su construcción mediática. Un ejercicio crítico al respecto nos obliga —como lo hemos hecho en esta ocasión— a la comparación y al te- jido de algunas hipótesis, asertos y nuevas líneas de investigación. Lo que debemos subrayar es que el neoliberalismo no solo ha convertido los valores colectivos de la modernidad, en antiva- lores al servicio del yo empresarial y del poder, sino también a la dimensión ética que garanti- zaba la reproducción del tejido social y el dis- frute popular y nacional del patrimonio cultural, afectando también la justicia y la democracia. El desborde de la impunidad y el desarrollo del cri- men organizado allende las fronteras, continúa creciendo en espiral y no puede ser disociado de la construcción de la “marca país”, a pesar de los artilugios mediáticos de la mercadotecnia para ocultarlos o minimizarlos. La justicia neoliberal viene socavando la democracia realmente exis- tente, degradándola y precarizándola. Compar- timos, a modo de cierre de palabras, la tesis de Biagini y Fernandez Peychaux: El neuroliberalismo, al resignificar el sentido de la justicia, ataca al concepto de democracia. Las mayorías —afirman sus teóricos— siempre se encuentran dispuestas a establecer metas políticas y económicas sin tomar en cuenta los mercados. La forma de gobierno democrática se convierte tan solo en un medio para alcanzar un fin. Si se llegara a verificar su inutilidad como medio, debería abandonarse sin miramientos. De ahí que aquellos teóricos aduzcan, sin mayor tapujo, que el individuo puede ser libre en una sociedad cuyo gobierno dictatorial garantice la libertad del mercado (2015, p. 87). Fuente: www.change.org
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=