Número 59

98 nueva: el Antropoceno. Y como atestigua el enor- me panteón de especies extintas en la historia de la Tierra, las transiciones entre eras geológicas nunca han sido ni apacibles ni graduales. Desde esa perspectiva, parece un poco ingenuo pensar que nuestra civilización occidental y tecnificada pueda sobrevivir al fin de una era geológica. Des- afortunadamente, el esplendor de miles de ruinas y restos arqueológicos alrededor del mundo pa- rece atestiguar que quizás las civilizaciones hu- manas son ciegas a la perspectiva de su propio colapso hasta que éste ya se está materializando: ¿ quién hubiera pensado desde la cima del monte Pa- latino que Roma alguna vez caería? Solo así se ex- plica el sinsentido de, por ejemplo, construir una refinería en una región que según las proyeccio- nes quedará bajo el agua para 2050 1 … como iróni- co resultado de su propia actividad. Y sin embar- go, no hay que cometer el error de desesperarnos y confundir el final de nuestra civilización con el fin del mundo: vamos a necesitar acopio de toda nuestra imaginación para plantearnos nuevos modelos civilizatorios, para lo cual cabe también recurrir al referente de las culturas originarias. La crisis climática es un producto humano, y como tal nos coloca frente a un espejo como so- ciedad y como individuos. No es una abstracción proyectada hacia un futuro distante (eso cabía pensarlo cuando empezábamos a oír hablar del tema hace tres décadas), sino que es ya una rea- lidad lacerando miles de vidas – humanas y no hu- manas - en todo el mundo. Enfrentar el gran reto planetario de nuestra época, y probablemente de la Humanidad, es también responsabilidad nues- tra. No de nuestros hijos y nuestros gobiernos (aunque también de nuestros hijos y nuestros go- biernos), sino de cada uno de nosotros, hoy, cuan- do nos enfrentamos a la decisión, día a día, de qué comer, qué comprar, cómo transportarnos, y de qué votar, qué demandar de la política y de los productos que consumimos, y, ultimadamente, qué soñar . Estos ya no son tiempos para hablar del tibio cambio climático ni del parcial calentamiento glo- bal. Estamos ante una crisis climática , que anun- cia la inminencia de un colapso socio-ecológico a escala planetaria. Chile vive su peor sequía en 50 años, que dura ya una década y ha forzado a miles a migrar dentro del país. Algunos expertos identifican la crisis del agua como uno de los factores predisponentes para la actual crisis que atraviesa el país. Fuente: Fernanda Paul, “Megasequía” en Chile: las catastróficas consecuencias de la mayor crisis del agua de los últimos 50 años. Consultado el 15 de diciembre de 2019, en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49825857.

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