Número 58

76 Conclusiones Las conclusiones derivadas del foro antes mencionado son: 1. El proyecto “Tren Maya” presenta implicaciones que competen directamente a la materia de trabajo del INAH , no sólo en términos arqueológicos, sino a su responsabilidad institucional respecto a la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural del país, incluido el arqueológico. 2. Desde su anuncio oficial, el manejo de dicho proyecto por parte de los funciona- rios del INAH se ha situado al margen de una perspectiva coherente con la am- plitud de su cometido institucional , reduciéndolo a una dimensión superficial del patrimonio arqueológico, centrado en las actividades de salvamento y rescate, lo que evade y limita el alcance necesario de la investigación arqueológica. 3. Pero además, dicho manejo respecto a los megaproyectos, incluido el del “Tren Maya”, se ha dado sin mediar convocatoria abierta alguna a los trabajadores académicos de la propia institución , prescindiendo de su perspectiva y expe- riencia, exclusión que ha sido notoria, precisamente, respecto a los investiga- dores del área Maya y en particular hacia quienes se dedican desde hace años al campo de la antropología social, la etnología y la historia, en y sobre la región. 4. Esta manera de proceder pasa completamente por alto la responsabilidad del INAH respecto a las poblaciones que hacen posible la existencia e integridad de dicho patrimonio cultural y sin cuyo concurso la Institución no puede responder cabal- mente a su cometido. Se instrumenta así una reducción arbitraria de la responsa- bilidad del INAH , como si el “patrimonio cultural” consistiera exclusivamente en la integridad de los vestigios arqueológicos monumentales, en clara expresión de una parodia de la cultura como mero recurso, espectáculo y/o mercancía. 5. En lugar de poner de relieve, con y desde las comunidades afectables o supues- tamente beneficiables, cuáles son sus proyectos de vida y de futuro, partiendo de su propia historia, cultura y sus actuales condiciones de vida, en una perspec- tiva acorde con el cometido institucional del INAH, sus actuales funcionarios han acomodado dicho cometido a la medida de las expectativas políticas de quienes pretenden imponer los megaproyectos al costo que sea . Esa consigna desvirtúa a la Institución a costa de su materia de trabajo y su responsabilidad formal. La prioridad pareciera ser, para los funcionarios, quedar bien con los intereses políticos y económicos en juego y no con el interés supremo de las po- blaciones, lo que contradice el actual discurso oficial. 6. Es así que se explican peculiares declaraciones de los funcionarios en torno a que el INAH “no está para parar obras”, de que al INAH compete “documentar pero no incidir” y la tendencia reiterada a minimizar su propia dimensión social. 7. Si los megaproyectos han de ser “benéficos” para las comunidades, como se pre- tende y anuncia, que sean ellas mismas quienes lo definan, partiendo de su propia perspectiva, de su acceso a información objetiva y de la defensa de la dimensión integral de sus territorios . No es partiendo de una concepción desa- rrollista exógena que ignora y minimiza los efectos depredatorios, ya de sobra

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