Número 58

67 Poco antes de su muerte me dijo: «Doctor, ya lo traje hasta aquí y le mostré todo mi mundo y mi conocimiento. Usted cumplió y fue capaz de llegar. Ahora que me muero, lo dejo en el lugar donde lo encontré. Y su tarea es volver hasta aquí por el ca- mino de su ciencia». Aún no he cumplido esa fasci- nante tarea y por eso les comparto estas historias. ¿Cómo resumirlo? Para terminar, quiero com- partirles este extraño palimpsesto. Un hombre y una mujer habitan en el jardín. Le dicen no a Dios, le dicen no al jardín y se ven obligados a vivir en un desierto. Siglos después, un hijo del hombre en el desierto le dice sí a Dios, sí al jar- dín y abre las puertas para que hagamos de nues- tro desierto un jardín. Y esa es ahora la invitación. «Hagamos de nuestra casa un jardín». Volvamos a la natura- leza, conozcamos y apreciemos las plantas me- dicinales, las benditas plantas que nos llevan de la esclavitud a la libertad, de la enfermedad a la salud. Y plantas medicinales no son solamente el yagé o las «plantas sagradas de los indios». ¡Son todas las plantas!, los árboles frutales y que dan sombrío, las plantas que dan alimento y tinturas y perfumes, las plantas dulces y aromáticas que calman, las plantas y frutas ácidas que refrescan, las plantas amargas que limpian y fortalecen, las plantas ornamentales que alegran y embellecen. ¡Volvamos a la naturaleza! ¡Y ese jardín lo sem- bramos entre todos! Taita José Becerra: recientemente fallecido, uno de los últimos chamanes silvestres del piedemonte amazónico. A él se dedica este artículo Taita Laureano y plantas: también fallecido, papá del taita José y considerado uno de los más podero- sos chamanes del siglo XX

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