Número 58
43 pitalista permite abordar el objeto de estudio desde el ángulo económico como elemento tangible del análisis y detonador del conflicto cultural, que ma- nifiesta las técnicas de apropiación como expresio- nes violentas de distinta índole. Como se ha dicho, en la modernidad capitalista el hecho de que un tipo o modelo de conocimiento sea priorizado por en- cima de otros obedece, más que a su capacidad ex- plicativa, a su posibilidad de valorización del valor para la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalistas de acumulación incesante. En este caso, la apropiación se manifiesta como propiedad privada de orientación bur- guesa adquirida por efecto de la separación in- tencional sucedida entre los medios de produc- ción y existencia, la producción misma, y las y los productores directos, con la disolución de la propiedad común de dichos medios y productos como bienes asequibles al conjunto del grupo de productores directos; esto es, el trastrocamiento del metabolismo general mediado integralmente por la producción de valores de uso para el auto- consumo y sustento y, con ello, la modificación del metabolismo general al quedar mediado inte- gralmente por la forma valor o valor de cambio (Marx, 1971b, Volumen 1: 360 y 361). Ahora bien, de lo que tratamos aquí es del fetichismo del conocimiento al tomarlo como mera mercancía, como si ello fuese “una relación física entre cosas físicas” (Marx, Marx, Tomo I, Volumen 1, 1975: 88); sin embargo, al cosificar a tal grado las relaciones sociales sucedidas tanto en el proceso de creación del etnoconocimiento como las sucedidas en el proceso de valorización e intercambio, lo que ocurre es, precisamente, la desintegración o subordinación estructural de las bioculturas minoritarias que se ven sujetas al proceso de producción capitalista. Desde la iniciativa institucional, intentar conci- liar visiones (Santos, 2009) procedentes de modos de vida diferenciados en su base material, implica la subsunción real de una sobre la otra. La gestión am- biental promovida por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONA- BIO) aparenta buena voluntad en su planteamiento general, sin embargo, en su manejo empírico que- da de manifiesto que la biota no es otra cosa que un medio susceptible de valorización localizado en amplias zonas de reserva de capital natural. Tenemos entonces, que la forma comunidad (García, 2009) enfrenta la fase transnacional del modo capitalista de producción en condiciones desfavorables en cuanto a la correlación de fuerzas, en ello, el multiculturalismo de Estado (Jameson y Zizek, 1998) viene a manifestarse como la actitud esquizoide desde la cual se protege y facilita la acu- mulación capitalista en relación al despojo del que son objeto los pueblos y comunidades indígenas. En ese orden de ideas, aunque hay quienes suponen que a partir de las elecciones presiden- ciales de 2018 nos encontramos en un momento político favorable para el “pueblo pobre”, el ac- tuar de las instituciones públicas que se pliegan a los intereses de los capitales involucrados en la instrumentación de proyectos de desarrollo de amplio espectro sigue violentando los derechos nacional e internacional, al asumirse desde el aparato de gobierno como auxiliares de la clase realmente dominante, y así como facilitadores del despojo multimodal a las comunidades. Y por otro lado, en el ámbito de la investiga- ción antropológica y la interpretación filosófica respecto a lo que en este artículo se tomó como las técnicas de apropiación capitalista (violencia en sus distintas manifestaciones y dimensiones), se ha intentado dejar en claro al menos tres pos- tulados: el primero, que el argumento desde el cual se asume como cierto y fuente de explica- ción que la estimación que la sociedad burguesa hace del tipo o modelo de conocimiento es con- sustancial a su origen racial, étnico u ontológi- co, es un argumento endeble según lo observado en terreno durante investigación etnográfica de casos concretos, ya que las cualidades de valo- rización, es decir, el reconocimiento que cierto saber o manera de existir pueda llegar a tener en los circuitos del comercio ampliado, determina el interés que sobre el mismo se deposite desde la lógica de la apropiación capitalista, y esto no depende de su “origen” racial, étnico, cultural o cualidad ontológica, sino que esas características son evanescentes frente a la lógica del capital.
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