Número 58
34 científicas y químicas), desarrollo que tiene su motivación en la valorización del valor que pro- duce y permite acumular capital. La producción y acumulación de capital es lo que le otorga sen- tido al conocimiento como tal en la época de la modernidad capitalista. En ello, el etnoconocimiento es discriminado y colocado al margen de la práctica intelectual por lo que tal situación pudiese aparentar un tipo de “racismo epistemológico” o “desprecio ontológico” (Grosfoguel, 2011 y 2016), sin em- bargo, según se observa el propio conocimiento nativo -o elementos del mismo- no en pocas oca- siones es subsumido por efecto de la apropiación capitalista en tanto conocimiento susceptible de su participación en los circuitos comerciales, ya sea como objeto para el desarrollo de las fuer- zas productivas o como medio de producción de mercancías. A su vez, dicho conocimiento puede no ser objeto de apropiación para la acumula- ción al privilegiarse la extracción de los bienes comunes en uso de los pueblos y comunidades, y así desintegrar la relación metabólica que éstos tienen con su entorno y con ello disolver el co- nocimiento producido a lo largo de la historia y generado por las comunidades. De esta manera, el embate que padece el co- nocimiento indígena o nativo cercado por el de- sarrollo del modo capitalista de producción per- mite, más bien, plantear que el problema de la estimación desigualdad entre tipos y modelos de conocimiento obedece a las posibilidades de ser o no explotado a través de la apropiación priva- da e introducción a los circuitos del mercado de bienes en una amplia gama de manifestaciones que van desde la producción agrícola, pasando por la industria farmacéutica, hasta los grandes emprendimientos de infraestructura para el de- sarrollo impulsados por el capital transnacional. En base a la experiencia que he tenido como pe- rito antropólogo y en el acompañamiento comuni- tario para distintos casos en los que comunidades originarias y equiparables se han visto impactadas por los efectos de la explotación epistémica o su desintegración, es que en los últimos diez años de ejercicio profesional he podido observar cómo, por ejemplo, entre la comunidad nahua y ñahñö de las Huastecas potosina, hidalguense y veracruzana que se ocupa como trabajadora agrícola migrante en plantaciones de Chihuahua, 9 así como entre la comunidad ñuú savi y triqui oaxaqueña ocupada en la costa norte del pacífico, 10 la cultura campesina los hace portadores de la preparación física y los conocimientos mínimos necesarios para desarro- llar las actividades productivas por las cuales son contratados, lo cual permite al empleador reducir el costo de producción posibilitando la maximiza- ción de las utilidades. Situación similar que se presenta en el cultivo de enervantes como la marihuana y la amapola, en la que algunas personas de origen indígena o mestizo de la sierra de Chihuahua (triángulo do- rado ubicado entre los estados de Chihuahua, So- nora y Sinaloa) deciden emplearse empujadas por la necesidad u obligadas por la fuerza de las armas en su temor a ser desplazadas de sus tierras, en ello es el empresario del narcótico el que opera la explotación epistémica, que en ocasiones llega hasta la privación de la libertad cuando no de la vida de las personas empleadas en esa actividad. 11 9 http://www.jornada.unam.mx/2001/06/18/oja50-chihuahua.html (consultado el 26/01/2018). 10 https://www.colef.mx/estemes/de-jornaleros-a-colonos-residen- cia-trabajo-e-identidad-en-el-valle-de-san-quintin/ (consultado el 26/01/2018). 11 http://www.vanguardia.com.mx/elnarcolaunicaeconomiavivaenla- Imagen 5. Materiales locales para la construcción de vivienda entre los Odhami del Norte, Chihuahua y Du- rango. Fuente Víctor Villanueva (2008)
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