Número 58

33 cual plantear, también, una serie de respuestas eficientes para la resolución de problemáticas sociales, ecológicas, económicas, entre otras, que el modelo civilizatorio de la modernidad ca- pitalista (Echeverría, 1991) ha provocado y que en la actualidad se encuentra en su fase trans- nacional de extensión intensificada (Robinson, 2013 y 2015) desde la cual, por ejemplo, el et- noconocimiento respecto a su entorno se vuel- ca objeto o medio de trabajo valorizado dando pie a la explotación epistémica (Marx, 1971a y Foucault, 1996), subordinándole o aniquilándolo por efecto de la destrucción ambiental. Sin embargo, es en tanto respuesta posible y antagónica a la valorización del valor que la plu- ralidad epistémica es negada por su condición de potencia. En contra posición, la afirmación de dicha pluralidad se vuelve necesaria para encon- trar alternativas reales a la sociedad del consu- mo y la acumulación. En esta dialéctica, la co- rrelación de fuerzas ha sido favorable a la óptica epistémica de la modernidad capitalista que se manifiesta como desarrollo de fuerzas produc- tivas 8 para la producción y circulación ampliada de mercancías, y que desdeña todo aquel cono- cimiento que no persiga dicha motivación (Álva- rez-Buylla y otros, 2013: 17): Las tecnologías que se utilizan […] forman parte de un tipo novedoso de sistemas de producción de conocimiento y de intervención en la rea- lidad natural y social que surgieron en el siglo XX como consecuencia del desarrollo científi- co-tecnológico y su superposición con intereses extracientíficos, particularmente los militares y los económicos, que muchos autores han llama- do sistemas ‘tecnocientíficos’. El nombre pro- vienen del hecho de que se trata de un tipo de sistemas técnicos, cuya característica principal es que están constituidos por agentes interna- cionales que se plantean obtener fines deter- minados transformando la realidad natural y social, o ambas. Uno de los primeros sistemas tecnocientíficos del siglo XX fue el Proyecto 8 Los dos tipos de fuerzas productivas sirven de base para el desarrollo histó- rico de la humanidad en tanto a través de ellas se da la producción de medios de subsistencia y reproducción creativa o biológica (Veraza, 2012: 304-309). Manhattan, mediante el cual se construyó la bomba atómica […] La segunda mitad del siglo XX vio crecer, de manera acelerada, muchos sistemas tecnocien- tíficos en torno a la investigación espacial, nu- clear, de nuevos materiales, redes satelitales e informática, así como de biotecnología y gené- tica […] quienes diseñan y operan esos sistemas tecnocientíficos tienen el interés primordial de obtener ganancias económicas, de manera que muchos otros valores, , entre ellos los epistémi- cos –es decir, aquellos en función de los cuales evaluamos las pretensiones de conocimiento y calificamos al conocimiento como tal, como co- nocimiento-, quedan subordinados a aquellos otros valores (militares o económicos). En ese orden de ideas, es que en el modo capi- talista de producción se ha generado una estrati- ficación en el campo epistemológico (Foucault, 1992 y 2001). La estimación que se hace del tipo o modelo de conocimiento es consustancial a sus cualidades de valorización, la posibilidad que cierto conocimiento pueda llegar a tener en los circuitos del comercio ampliado determinará el interés que sobre el mismo se deposite, lo que ha llevado en los hechos a la anulación del principio in dubio pro natura que como mínimo jurídico pudiese evitar la afectación a los nichos ecosisté- micos habitados por las bioculturas minoritarias. Si bien desde la época clásica del pensamiento filosófico eurocéntrico (Lander, 2000), los grie- gos plantearon la distinción entre religión y filo- sofía, entre crematística y economía, entre doxa ( δόξα ) y episteme ( ἐπιστήμη ), para el caso de la crítica a la modernidad capitalista se considera que son el conocimiento habitual o folclórico y el conocimiento científico o metódico los opues- tos en tanto, el primero, es aquel anclado en el sentido común (doxa) mientras que, el segundo, es aquel que le supera por su condición de ri- gurosidad metodológica (episteme) en un conti- nuum acumulativo (Gramsci, 1976). A esa acumulación continua de conocimien- to científico es a la que se le define como desa- rrollo de las fuerzas productivas (tecnológicas,

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