Número 58
28 capitalistas. En la primera, el desembolso econó- mico o el gasto militar/paramilitar –capital va- riable- para el despojo que implica la disolución del lazo vital entre los medios de producción, los productos y las y los productores directos, eleva el coste de apropiación; mientras que en la se- gunda forma de apropiación, el coste de la misma es inferior dado que tanto el desembolse como el gasto que implica la violencia armada ya fueron consumados con anterioridad –capital fijo- o no fue requerida dada las condiciones favorables en las que se desenvuelve la apropiación, condicio- nes que se manifiestan como la naturalización de la marginalidad por efecto de la escisión entre los medios, los productos y las y los productores. En ese sentido, la distinción entre una y otra dimensión de violencia se encuentra en otros dos elementos fundamentales de la apropiación para la acumulación originaria y la propiamente capita- lista: una, el coste de apropiación; en otra, la dis- tinción entre «apropiación para la producción» de las relaciones sociales de producción propiamente capitalistas o acumulación que precede y es palan- ca que permite la emergencia y extensión de las formas de acumulación propiamente capitalistas, y lo que habrá de considerarse como «apropiación para la reproducción» de las relaciones sociales de producción capitalistas, o lo que es lo mismo, la acumulación capitalista generalizada. Las formas de acumulación, originaria y capi- talista, estarán presentes durante toda la historia del modo de producción capitalista y su sociedad burguesa, ya sea que se encuentre como orden ci- vilizatorio dominante, en crisis cíclica o estructu- ral. Sin embargo, cada una tiene su especificidad y operan según la extensión e intensificación que permita el desarrollo de las fuerzas productivas en los contextos locales, regionales, nacionales, internacionales o transnacionales, en la que esté presente la circulación ampliada del capital y el “trabajo libre” se encuentre condicionado por la marginalización que de su persona se ha hecho. Como bien apuntó Marx en su momento: “La coerción legal al trabajo conlleva demasiados disturbios, violencia y alboroto, suscita mala voluntad, etc., mientras que el hambre no sólo constituye una presión pacífica, silenciosa, ince- sante, sino que, como el más natural estímulo a la industria y el trabajo, provoca los esfuerzos más intensos” (Marx, Tomo II, 1971b: 414). 4 Metodología de la investigación para casos de litigio estratégico con comunidades originarias y equiparables Lo que he denominado «peritaje antropológico integral con dictamen cultural», es una herra- mienta teórico-metodológica que le permite al antropólogo(a) participar de la antropología fo- rense. En América Latina, a partir de que la Or- ganización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de los Estados Americanos (OEA), a través de la Comisión Interamericana de Dere- chos Humanos (CIDH) y la Corte Interamerica- na de Derechos Humanos (CoIDH), acumularon expedientes procedentes de distintos países del continente, respecto al reconocimiento de los derechos colectivos y la autonomía de pueblos y comunidades originarias o equiparables, es que el litigio estratégico cobró importancia en térmi- nos de colocarse como un procedimiento judicial desde el cual los argumentos litigiosos basados en los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA) posibilitaron el recono- cimiento a una vida digna, como derecho huma- no, de aquéllos pueblos y comunidades. Según la ONU, el litigio estratégico se entien- de también como litigio paradigmático, litigio de interés público o de las causas justas. En la jerga jurídica el «litigio estratégico» refiere al hecho de apuntalar los derechos humanos (DDHH) como categoría jurídica desde la cual se cons- truye la argumentación aplicable a situaciones de violación institucional de los derechos fun- damentales de las personas y las comunidades afectadas por algún programa, plan, proyecto o 4 Como se observa en la cita, la referencia a una supuesta “coerción pa- cífica” no es más que el estilo sarcástico de Marx, ya que sin abandonar tal estilo a continuación aclara: “Tras demostrarle al obrero que no tiene derecho alguno a participar en las posibles ganancias, procuran consolarlo por el papel subalterno que le cabe ante el capitalista, poniendo de relieve que contrariamente a éste, él disfruta de cierta fijeza en los ingresos, la cual en cierta medida es independiente de las grandes adventures [riesgos] del capital. Exactamente como Don Quijote confronta a Sancho Panza con la idea de que si bien él, Sancho, recibe todas las palizas, no le es necesario la bizarría” (Marx, Tomo III, 1971b: 101).
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