Número 58

25 ocurre, la comunidad a manera de sujeto social pase a quedar determinada por el proceso de pro- ducción de capital –la valorización del valor- y, con ello, eleva a la máxima potencia una línea cur- va que se amplía como un espiral en el que la órbi- ta de la circulación avanza hacia la dominación del espíritu humano –la cultura- y todas y cada una de las cualidades de la Tierra en términos planetarios. A esto, la sociedad burguesa le toma como tra- bajo productivo en tanto que: “El trabajo mismo sólo es productivo al incorporarse al capital, con lo cual el capital constituye el fundamento de la pro- ducción y el capitalista es, por ende, el dirigente de la producción” (Marx, Tomo I, 1971b: 249) El establecimiento del trabajo productivo como fenómeno social desde el cual se orga- niza la reproductividad de la vida en sociedad, tiene su correlato político-jurídico en el “Esta- do liberal centrista” como el modelo de orden con aparato de gobierno y administración que a partir del siglo XVIII se constituye, consolida y expande a nivel planetario desde la Europa occi- dentalizada, siendo éste un elemento clave de le- gitimación de la economía-mundo capitalista en la era de la “soberanía popular”; de las cuales la creación y expansión burocrática para la toma de decisiones internas y la centralidad interestatal en aquellos Estados fuertes, han sido sus carac- terísticas de origen (Wallerstein, 2014: 47 y 48). Dicho aparato instrumenta la apropiación de la tierra que opera el capital por medio de la vio- lencia armada, del cambio de uso de suelo o la apropiación de los saberes locales que se tradu- ce en despojo, en el que la actividad extractiva de renta y plusvalor justifica la transfiguración sociocultural y paisajística, y con ello la supe- rexplotación, expoliación o el desplazamiento forzado de la población según sea el caso. Esto es lo que Marx y Engels identificaron como el cercamiento continuo que hace referen- cia a la acumulación originaria de capital como producto de la apropiación de la tierra dada la separación de los medios de producción y los productos respecto a las y los productores direc- tos que genera propiedad privada de orientación burguesa, trabajo asalariado y renta de la tierra. Esta situación es cualidad orgánica del modo capitalista de producción, lo cual hace que se presente de manera extensiva e intensificada de forma continua durante todo el avance de este modo de producción según el grado que haya al- canzado el desarrollo de las fuerzas productivas, y no así una “fase” novedosa o actual, sino todo lo contrario: fundamentalmente histórica en el sentido de permanente, constante, y manifiesta en las diversas formas que se han dado para ha- cer posible la acumulación capitalista, tal como lo apuntara Marx en su momento (Marx, Tomo I, Volumen 3, 1975: 776 y 893): Podemos denominarla acumulación originaria porque en vez de resultado histórico es funda- mento histórico de la producción específicamen- te capitalista […] Señalemos, empero, que todos los métodos para acrecentar la fuerza productiva social del trabajo surgidos sobre ese fundamento, son al mismo tiempo métodos para acrecentar la producción de plusvalor o plusproducto, que a su vez constituye el elemento constitutivo de la acumulación […] La llamada acumulación origi- naria no es, por consiguiente, más que el proceso histórico de escisión entre productor y medios de producción […] El proceso de escisión, pues, abarca en realidad toda la historia del desarrollo de la moderna sociedad burguesa […] Para Marx y Engels, era claro que toda apro- piación establece relaciones sociales de pro- ducción, en ese sentido no hay apropiación sin producción y reproducción de las relaciones so- ciales que se generan; la apropiación se desdobla en la categoría económica producción sobre la cual se yergue la categoría jurídica de propiedad, y así sucesivamente. Encontramos pues, conca- tenación entre categorías ideológicas, políticas, jurídicas y categorías económicas en el seno de la apropiación, misma que obedece a la tenden- cia histórica en formaciones sociales específicas (Marx, Tomo I, 1971b: 7). En ese sentido, dichos autores indicaron que las técnicas de apropiación capitalista entendidas como violencia en sus distintas manifestaciones y dimensiones es, por sí misma, una potencia

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