Número 56

102 cipalmente a los pueblos originarios, viene por nosotros, y especialmente a nosotros al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. ¿Por qué? Por- que aquí estamos diciéndole claro no le tenemos miedo ¿o sí, compañeros y compañeras? [suena fuerte “No”] Vamos a enfrentar, no vamos a permitir que pase aquí ése su proyecto de destrucción, no le tenemos miedo a su guardia nacional que lo cambió de nombre para no decir ejército, que son los mismos, lo sabemos. Vamos a defender lo que hemos construido y que lo estamos demostrándole al pueblo de México y del mundo que somos nosotros los que estamos construyendo , mujeres y hombres, no vamos a permitir a que vengan a destruirnos ¿O sí? [suena fuerte “No”] Mensaje franco, claro y directo: “No pasarán”. Mensaje que tiene un largo antecedente y nos remite al año de 1994. Desde los primeros días de la insurgencia neozapatista, éstos han busca- do por distintas vías y convocatorias el diálogo con lo que denominan la “sociedad civil”: los ca- sos de la Convención Nacional Democrática, los Foros para la Reforma del Estado y los Diálogos de San Andrés, son emblemáticos de los prime- ros años. Desde entonces y hasta la primavera de 2001, el EZLN había planteado la posibilidad de conformar un amplio frente para la liberación nacional a manera de bloque histórico en el que convergiesen diferentes fuerzas sociales y políti- cas, con el objetivo de terminar con la dictadura del PRI. Entre las fuerzas políticas se encontraban el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que había sido fundado a consecuencia del sis- ma que sacudió en 1987-88 al PRI y en el que se encontraban Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador, entre otros. So- bre Cárdenas no queda más que señalar su dis- tanciamiento del movimiento neozapatista des- pués de la Convención Nacional Democrática; de López Obrador se sabe que solicitó al EZLN apoyo en distintas ocasiones con la intención de fortalecer su propia posición política en mi- ras de varios procesos electorales. Después de la Marcha del Color de la Tierra (2001), derivado de la traición a los pueblos indígenas y la auto- censura que López Obrador operó desde el con- junto del sistema de partidos para no acompañar la llamada Ley Cocopa mientras él era el jefe de gobierno del Distrito Federal (ahora Ciudad de México), la ruptura entre el EZLN y la “izquier- da institucional” se agudizó al grado de declarar el cese de toda comunicación con el gobierno y mantener ante los medios de comunicación “de paga” un silencio aproximado de 2 años y medio, hasta la fundación de las JBG, en agosto de 2003 (Doroteo, integrante de una JBG, 2014): Días antes de que se hicieran públicas las Juntas de Buen Gobierno los pueblos construyeron, de manera urgente, un local para la JBG y un local para cada uno de los municipios autónomos, en el centro del caracol, las oficinas se constru- yeron con los materiales con que contaban los pueblos en esos momentos, maderas usadas, láminas usadas, y así se empezó. Se hicieron las construcciones y en menos de una semana quedaron terminadas, así se empezó, quedaron listas sus oficinas, llegó agosto de 2003 y se hi- cieron públicas las JBG. […] Más o menos a un mes después del inicio de nuestras funciones como JBG, se presentó un problema con una organización que se llama la CIOAC; ellos nos secuestraron un compañero junto con un camión, entonces nos vimos obli- gados a denunciarlo pero no teníamos la idea de cómo hacer una denuncia. Los miembros de la JBG y los Concejos Municipales tuvimos que dar nuestra palabra, una o dos palabras, para hacer esa denuncia en equipo, cada quien daba su pa- labra y así formamos una denuncia, nos costó un poco pero sí la sacamos. […] Así se trabajó unos meses, cada compañero que cubría su turno tenía que recibir sus 30 pesos diarios, ésos fueron los acuerdos de los pueblos, pero unos meses después, uno de los mandos militares, junto con los mandos políticos nos ex-

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