Número 55

8 to “ Hope There’s Someone ”?; parafraseándolo en versión muy libre: “¿Quién podrá ayudarme, sos- tendrá alguien mi cabeza cuando muera?, tengo miedo de este sitio entre la luz y ningún sitio; cuando me vaya ¿habrá alguien bueno que sujete mi corazón libre…?” Por último, para no cansarnos con más ejem- plos, ¿Qué nos dijo Frederick Jameson en su es- crito El postmodernismo o la lógica cultural del ca- pitalismo avanzado (Barcelona, Paidós, 1991) sí, porque aquí Jameson plantea un problema crucial para la antropología al considerar al postmoder- nismo como la claudicación de la cultura ante la presión del capitalismo organizado, tema central también para la antropología contemporánea. Es mi modesta opinión que los ejemplos ci- tados dan cuenta de una forma diferente de ver el mundo y que los cambios ocurridos se dieron a través de corrientes artísticas, que por cierto molestaron a la sociedad burguesa de la época. Abundando, fueron los artistas —arquitectos, pintores, músicos teóricos— quienes, de mane- ra contundente, transformaron a buena parte de la sociedad inaugurando así la postmodernidad. Pero, recuerdo: la literatura no fue la excepción, permítanme mencionar sólo a dos escritores, Rubén Darío, posmodernista por excelencia, con todos sus adláteres en México (no uso la acep- ción peyorativa del término) y el chileno Vicen- te Huidobro, quien no en balde había conocido en París a Apollinaire, a Louis Aragon, a Tristán Tzara y a Breton. Perry Anderson (2000), uno de los teóri- cos más brillantes acerca de la postmodernidad, reconoce el término postmodernismo como ca- tegoría estética mientras que postmoderno es la categoría histórica. Muchos autores se refieren sin embargo a la modernidad para referirse a la época actual. El concepto postmodernidad ha re- sultado bastante polémico y amenazante para las academias ortodoxas, aunque se discute cada vez más en algunos círculos de pensadores, mien- tras otros grupos manifiestan un rechazo total, no solamente referido al concepto, sino, sobre todo, ante su imposibilidad de entender que la antropología es una ciencia multiparadigmáti- ca que nos permitió mirar hacia “los otros” de manera diferente, una vez que soltó las amarras con la primera antropología de tipo colonial. A propósito, les menciono que en Sudamérica sur- gió hace ya algunos años, la llamada teoría de la descolonización o Epistemología del sur, que tiene muchos seguidores; ésta fue propuesta por Boaventura de Sousa Santos, científico y político portugués; Arturo Escobar, Nicolás Casullo et al son otros investigadores entre muchos más que trabajan este tema. En México han compartido gran parte de este paradigma Bolívar Echeverría, Luis Villoro y Enrique Dussel, entre otros. No se podrá en este lugar hacer ningún comentario al paradigma de la descolonización en virtud del espacio que disponemos. Para referirse al concepto del que estamos ha- blando, los autores han denominado a la socie- dad contemporánea de variadas maneras: unos hablan de transmodernidad; Zigmunt Bauman la llama Sociedad líquida y sociedad del desperdicio ; Arjun Appadurai la denomina Modernidad des- bordada ; Gilles Lipovetski y Jean Seroy, Cultura mundo y sociedad desorientada ; Ülrich Beck, la Sociedad del riesgo; Hardt y Negri , La Multitud; Anthony Giddens, Mundo desbocado y otros más hablan de capitalismo tardío . Por otro lado, Gianni Vattimo y Lyotard indican que la postmodernidad no nos remite tanto a un

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