Número 55

mentos ideológicos en su connotación liberal y/o socialista e implicancias políticas, jurídicas y socia- les. Cabe hoy detenernos en ella. Su tergiversación neoliberal (resulta ineludible mencionar aquí a las ominosas reformas estructurales del sexenio pasa- do), pero también su estigmatización por parte de la izquierda revolucionaria en la actual coyuntura, cumplen en ambos casos un papel negativo. Emplazada por las circunstancias en el centro del debate actual, la Reforma aparece como una mera reproductora de más de lo mismo, o supo- ne que los intereses de la nación y del pueblo deben y pueden ser atendidos dentro del orden burgués. La conquista de la jornada laboral de ocho horas, por ejemplo, fue en su origen una re- forma necesaria que entró en vigor hasta donde pudo, aunque luego fuese abatida por los pode- res fácticos en clave neoliberal. En este ejemplo, las reformas, como aproximaciones sucesivas, no culminan al acotar el tiempo de la jornada labo- “El risueño porvenir que le ofrece la burguesía al proletariado para que siga tirando pacientemente del carro”, Fuente: Pimen- tel, J.A. (2016), Voces críticas ilustradas. Las ilustraciones del diario Solidaridad Obrera durante el primer bienio de la II República (1931-1933) , Badalona: Centre d’Estudis Llibertaris Federica Montseny, en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=210769 3 ral, sino que se integran en una ruta que pasa por la jubilación digna y debe ir más allá: la reforma en torno a la calidad y el sentido mismo del tra- bajo. Es la ruta coherente lo que importa, tanto como quien la construye y transita. No hay pases mágicos, ni generaciones espontáneas, ni tras- formaciones estructurales por decreto. Es de- cir, parece que es el sujeto social y político, por cierto en proceso continuo de conformación, el determinante fundamental en todo este asunto. De modo que antes de satanizarlas o de natu- ralizar su posible instrumentación como medios para la persistencia de las condiciones estructu- rales que deben sin duda de ser transformadas, es preciso reconocer que las reformas tienen sus bondades y sus asegunes y, en ese sentido, pon- deremos las primeras y acotemos los segundos. La actual transición demanda la movilización ciudadana para generar una verdadera agenda de diálogo y acuerdo. La subciudadanía procu-

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