Número 55

27 pende el bienestar humano”; en reconocer que “el colapso ecológi- co no puede prevenirse mediante la elección del consumidor o la re- sponsabilidad social corporativa” y en afirmar que “la respuesta a nuestro más grande predicamento debe ser determinada mediante la investigación científica, planeada, coordinada y conducida por el go- bierno”. Los hay que hasta prom- eten alcanzar la meta del acuerdo de París y limitar el calentamiento global a 1.5 °C. Pero aunque las afirmaciones son en cierto grado verídicas, les son ajenas a todos ellos pues ignoran por igual, el problema fundamental. Más allá de un cierto punto, el crecimien- to económico —esa fuerza que nos sacó de la pobreza, que curó la privación, la miseria y la enferme- dad— nos vuelve a poner en tales condiciones; de hecho, a juzgar por la devastación que el calen- tamiento global ya está infligien- do, ya nos encontramos por caer de regreso al precipicio de condi- ciones que esta vez serán mucho peores (Carrington, 2018; Sarmiento, 2018). Esta contradicción es más obvia cuando se habla de aeropuertos —una cuestión que divide partidos. El ejemplo más reciente es el del nuevo aeropuerto de Berlín, cuya construcción se inició en el 2006 con un costo programado de 2,000 millones de euros para estrenarse en el 2011, pero que estará listo hasta el 2020 y su costo se calcula llegará a 7,300 millones de euros ¿Les suena conocido? ¿Serán mejores las constructo- ras mexicanas que las alemanas? O ¿Habrá más corrupción en Alemania que en México? Siempre se aduce en estos proyectos que las expansiones, ya no digamos las nuevas instala- ciones, deberán adherirse a ciertas pruebas que garanticen que las obras tendrán una nula contri- bución al calentamiento global. Pero la expansión de aeropuertos y más aun la construcción de nue- vas instalaciones, son incompatibles con cualqui- er tipo de respeto al clima, por pequeño que éste sea. Aún y si las emisiones de los aviones se logr- aran limitar a los niveles que tenían en el 2005, para cuando llegue el 2050 estarán representando la mitad del presupuesto de carbono de la mayoría de las naciones que hayan decidido no contribuir a un calentamiento mayor a los 1.5 °C (Evans, 2016); si los aeropuertos crecen, engullirán más del presupuesto de carbono del que disponemos todos los habitantes de la Tierra y sin que la may- oría de nosotros siquiera nos hayamos enterado. La expansión/construcción de aeropuertos es tan fuertemente regresiva que ofende los principios de justicia y equidad cuya defensa se usa por todos los partidos políticos para justificar su propia existencia. Viñeta de Andrés Rábago, El Roto (reproducida con su autorización)

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