Número 55

26 A l parecer, lo estamos logrando ¿verdad? Estamos transitando hacia un futuro totalmente eléc- trico; podemos ahora dejar a los combustibles fósiles bajo tierra y frustrar la degradación del clima. Eso es lo que podríamos imaginar al leer las noticias de la tec- nología que aún no ha sido probada más que en las cabezas de sus proponentes. Supongamos que lo aceptamos, pero entonces ¿cómo es posible que, por primera vez en la histo- ria, la producción diaria de petróleo llegue a cien millones de barriles (Cooper y Johnson, 2018)? ¿Cómo es que la industria petrolera espera que la demanda crezca hasta la década de los años 2030s (Vaughan, 2018)? ¿Cómo es que en Alemania, cuya transición energética (Energiewende, Ale- mania, sf) se suponía que debía ser considerara como el modelo ideal para el resto del mundo, los manifestantes estén siendo golpeados por la policía (Brock, 2018) cuando intentan defender el bosque Hambacher que tiene más de 12,000 años y con dicha defensa impedir la apertura de una mina de tajo a cielo abierto de lignito —la for- ma más sucia de carbón (Hambi bleit, sf)? ¿Por qué las inversiones en las arenas bituminosas ca- nadienses —la forma más sucia de petróleo— se duplicaron en un año (Neslen, 2018)? ¿Por qué los gobiernos de casi todos los países siguen uti- lizando el dinero de los contribuyentes para sub- sidiar a las compañías petroleras y apoyándolas para que destruyan el fondo marino en busca de más petróleo? La respuesta es el crecimiento económico. Puede haber más vehículos eléctricos sobre los caminos del mundo, pero también hay más motores de com- bustión interna; hay más bicicletas, pero también hay más aviones. No importa cuantas cosas buenas hagamos: lo que necesitamos, para evitar la degrad- ación del clima, es dejar de hacer cosas malas. Dado que el crecimiento económico en las na- ciones que ya son lo suficientemente ricas como para satisfacer las necesidades de todos sus habi- tantes, requiere para subsistir de un aumento en el consumo sin sentido (Monbiot, 2012), es difícil imaginar como se le puede desacoplar algún día del asalto sobre el planeta vivo (Ward et al., 2016). En otras palabras, ampliamente conocidas y repetidas con frecuencia: No es posible que surja solución alguna del mismo sistema que creo el problema. Cuando una industria baja en carbono se ex- pande dentro de una economía creciente, el din- ero que genera estimula a la industria alta en car- bono. Cualquiera que trabaje o haya vivido en el campo, conoce empresarios ambientalistas, eco-consultores o gestores de empresas ‘verdes’, que usan sus ingresos para pagarse vacaciones en sitios distantes y los vuelos requeridos para llegar a ellos; un ejemplo del cinismo rampante entre quienes viven vendiendo ideas sobre como salvar al planeta —como si el planeta los necesi- tara o debiera ser salvado. Como ejemplo para- lelo tenemos a los vehículos eléctricos, industria que actualmente impulsa una nueva fiebre de re- cursos, particularmente de litio (Katwala, 2018); fiebre que ya lleva cierto tiempo contaminando ríos y destrozando preciosos lugares silvestres. El ‘crecimiento limpio’ es tan oxímoron como ‘car- bón limpio’, pero hacer esta obvia declaración en la vida pública equivale al suicidio político. Ningún partido político tiene el menor em- pacho en repetir que “nuestro actual modelo económico amenaza los cimientos de los que de- Fuente: https://www.ecoticias.com/mo- tor/176024/La-demanda-mundial-de-combusti- bles-fosiles-podria-descender-en-2030

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