Número 51
9 radical (Tesis onceava sobre Feuerbach, 1845). En ello, la exposición sucesiva de las abstrac- ciones obtenidas, que va de lo superficial a lo profundo, permite develar los procedimientos epistémicos por los cuales el científico abstrae al sujeto (el árbol) y lo coloca en su singularidad para devolverlo al conjunto del cual es parte (el bosque) para, así, explicarlo y llamar a su valora- ción, no sólo a su contemplación comprensiva. 4 Ahora bien, en esto de hacer investigación científica que nos permita alimentar la teoría conocida (el concreto pensado) para profundi- zar y detallar lo que decimos sobre el objeto de estudio y sus distintas temáticas, Palerm consi- deró importante, al mismo tiempo, formular un programa de las tareas más urgentes de la inves- tigación social respecto a la praxis social del mo- mento; es decir, propugnó por una organización de las fuerzas productivas en el ámbito del traba- jo intelectual con el objetivo de producir lo que es necesidad común y no necesidad del merca- do laboral, que nos lleve a impedir una posición desarticulada a los intereses comunes de las cla- ses explotadas que por medio de su trabajo social acumulado permiten que nosotros, los trabajado- res intelectuales, contemos con las condiciones necesarias para nuestra práctica teórica. 5 Con esto, los pensadores dialécticos como Pa- lerm han querido insistir en el hecho de que en el modo capitalista de producción y su sociedad burguesa, toda producción científica se encuen- tra en el marco general de la lucha de clases, de la organización del trabajo para la generación de plusvalía, de la valorización del capital y, por ello, la producción científica ha de considerarse 4 De esta manera, con la ruta propuesta se considera lo siguiente: “Así, los métodos cuantitativos y cualitativos de la investigación social, como ins- trumentos de recolección de información, dentro de la investigación deben ayudar a conocer los mecanismos ocultos que han ayudado a uniformizar opiniones, lo que le permite al investigador adoptar una posición crítica, superando la falsa neutralidad avalorativa. De este modo, se supera el falso objetivismo, donde la neutralidad avalorativa se elimina, debido a que la sociología extrae sus objetos de estudio de la misma sociedad, lo cual exige tener una posición ante los problemas que configuran la demanda social” (Vite Pérez, en: Arzate y Arteaga, 2007: 88). 5 El supuesto fundacional de la antropología social postmoderna es aquel que nos quiere hacer ver y hacer creer que nuestros conflictos existencia- les, son objeto de estudio o temática susceptible de redención personal a través de la etnografía individualista de autoconsumo, desarticulada de la condición social del propio etnógrafo. como el campo de lucha por el sentido y direc- ción de las relaciones sociales de producción; lo que nos permite tomar consciencia de que toda producción emanada de este tipo de trabajo, es en sí misma política, que lo político es caracte- rística sustantiva de la producción científica al igual que lo es en cualquier otro tipo de trabajo humano dirigido por la voluntad y el interés de clase, con intención, mediado. Etnografía y dialéctica materialista: articulación transdisciplinar Ha quedado expuesto que la articulación entre antropología y marxismo, desde mi punto de vis- ta, tiene su anclaje en que la primera aporta la metodología de aproximación a la cultura lo cual puede llevarse a cabo desde distintos ángulos de visión, y el segundo propone el método para la producción del conocimiento científico. Para conseguir mayor claridad al respecto, ilustremos con la siguiente cita el manejo que Palerm hace del modo de producción como categoría analíti- ca (Palerm, 1976: 206): La afirmación de que las leyes de cada modo de producción son específicas y de que, como tales, son intransferibles, ha obtenido hoy en día una suerte de consenso. Sin embargo, la afirmación de que tales leyes han sido formuladas dentro del cuadro de posibilidades objetivas de la praxis social, no es acogida de la misma manera. Dicho de otro modo, más radical y quizá menos co- rrecto, la formulación de las leyes sociales está determinada no sólo por las cualidades y las ca- racterísticas del sistema bajo estudio, sino tam- bién por las cualidades y las características de una praxis social determinada. El relativismo de las leyes sociales va mucho más allá, entonces, de lo que sugiere la naturaleza peculiar de cada sociedad y de cada coyuntura histórica. Tam- bién, incluye, por necesidad y como una cate- goría específica, a las formas de la praxis social. Con lo cual Palerm explica que “[…] el análisis de Marx del modo capitalista de producción está circunscrito no sólo por lo que, en efecto, era el capitalismo del siglo XIX, sino también por lo
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=