Número 51

8 to científico en el que, a su vez, se distinguen escalas, niveles o grados de abstracción, etapas investigativas, amplitud del análisis, entre otros, correspondientes al trabajo que implica develar la esencia de la contracción y superar su aparen- te manifestación. En tal entendido, a esa forma de proceder se le denomina método, y en éste se contiene, así como una filosofía, una serie de me- todologías a las que se recurre para aproximarse al objeto de estudio y desarrollar sus distintas te- máticas. A su vez, cada disciplina, en este caso la antropología social, despliega sus instrumentos investigativos según el ámbito analítico del que se trate asegurando la sucesión de técnicas y ha- bilidades pertinentes para captar la información susceptible de volcarse en dato etnográfico. 2 2 En este sentido, a diferencia de lo que Foucault (2006: 57) entendió por “herramientas” del proceso de producción del conocimiento y la interpre- tación de las situaciones sociales, a saber, los conceptos e ideas puestas en En mi opinión, la ciencia antropológica – constituida por sus distintas disciplinas: antro- pología social, antropología física, arqueología, etnología, etnohistoria, historia y lingüística- si- gue siendo la portadora por excelencia de una de las metodologías sociológicas que le permite al método de investigación conocido como dia- léctica materialista –espiral: concreto, abstracto, concreto pensado-, su aplicación más acabada. Entendida así la concatenación entre antropo- logía y marxismo, entre el estudio de la cultura desde la etnografía y la dialéctica materialista, estamos en terreno epistemológico coherente; aquel terreno al que Palerm, a su manera, trató de inculcar en “sus discípulos” y aplicó en sus in- vestigaciones sobre la formulación específica de los modos de producción enunciados por Marx y la antropología del evolucionismo multilineal de principios del siglo XX. 3 Sin embargo, a la ciencia antropológica es la dialéctica materialista la que le permite trascen- der la idealización escolástica respecto del trato del dato empírico y, con ello, trascender el em- pirismo para hacer posible, a través de la crítica a la información de campo, mirar más allá del velo que el sentido común coloca como referente inmediato de lo concreto conocido. De esta manera, al colocarse desde lo concre- to conocido de lo que se trata es de producir su crítica y crisis sistémica, ya que como señaló Pa- lerm, es en ese movimiento incesante entre teo- ría y praxis social que se funda el conocimiento científico. Y Marx agregaría, ya que de lo que se trata al interpretar “el mundo” es, nada más y nada menos, que participar en su transformación sus libros; desde la dialéctica materialista, dicha metáfora corresponde a las técnicas y habilidades investigativas. En todo caso los conceptos e ideas, se- gún su tipo y posibilidad, son parte del aparato categorial o arquitectónica del lenguaje que se generan como producto de la relación dialéctica entre la investigación y la situación sociohistórica concreta. Pensar que los concep- tos pueden apartarse del aparato categorial o arquitectónica del lenguaje que les otorga sentido, constituye un error epistemológico productor de matices virtuales que profundizan los errores epistemológicos. 3 En este sentido, no es que se acepte la existencia de distintos tipos de ca- pitalismos o de modos capitalistas de producción, sino que la manifestación del modo capitalista de producción o capitalismo histórico adquiere especifi- cidad según las condiciones sociohistóricas a las que se enfrente en su cons- tante expansión. En este sentido, la posición pluralista toma la apariencia del fenómeno como si fuese ello la esencia del mismo, lo que obnubila revelar con oportunidad y precisión el carácter sustantivo de la contradicción. Ángel Palerm Vich (portada), Libro biográfico escrito por Patricia Torres Mejía, México, ed. Ibero, 2017.

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