Número 51

31 Arribo peculiar E l buque mercante “Tepic”, proceden- te de Balboa, llega a Buenaventura iniciando la tarde. El puerto afroco- lombiano muestra a lo lejos sus esca- sos y descuidados edificios, pero lo que domina en la línea de costa son las nume- rosas casas montadas en palafitos. Los muelles, pocos, están ocupados ya en su totalidad con cargueros de diversa procedencia, de modo que la espera se impone para disponer de espacio y arrimar la nave, fondeando mientras a buena dis- tancia de tierra. Es noviembre de 1980. Al rato de largar las anclas, llega una pequeña lancha con funcionarios de migración y aduana y, desde entonces, un policía montará guardia en su puesto a bordo, ubicado donde arranca la es- cala a babor. Difícil de olvidar su imagen, desnu- trido, este policía porta un uniforme deslavado y lustroso por el uso; el cuello de su camisa, que alguna vez fue blanca, denota horas y días y se- manas de sudor. Él será en Buenaventura la única imagen de institucionalidad a bordo a partir de ese momento. Los funcionarios intercambian papeles con el capitán y el primer oficial, montan en su barcaza y regresan pronto a puerto. Poco tiempo después, se acercan lentamente dos lanchones repletos de mujeres de diversas edades con un coro inicial- mente lejano, cada vez más intenso, en unísona animación: ¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co!... A Rafael Herrera, quien enmendará estas líneas desde la estrella que habita

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