Número 51

12 cognoscente se enfrenta con un pensamiento abierto al modo de producción concreto (objeto de estudio), y después de pensarlo en términos de totalidad, es que puede decir el tipo de modo que es y no antes. En el estudio de Marx, El ca- pital, encuentra que dicho modo es un modo de producción capitalista. Pero este último adjetivo, sólo aparece en Marx, una vez que ha descubier- to la lógica interna de su objeto, el ser del capital […] Lo que planteamos como transdisciplinario es eso. Construir el conocimiento por articula- ción de niveles multidimensionales de lo real, y al hecho de revelar el descubrimiento de la lógica del objeto, no sólo para explicarlo, sino para teo- rizar, o para actuar sobre él. Metodológicamente, pues, queremos relevar la cosa, el objeto, por en- cima de cualquier límite impuesto por tal o cual- quier estructura teórica preestablecida, pero sin desechar a priori las posibilidades de captación de lo real de las categorías y conceptos de cons- tructos teóricos ya construidos. La propuesta es, en este caso, rememorar los dos elementos del principio científico enunciado por Palerm, pero librando al trabajo intelectual de su fetichización, y considerar que este tipo de trabajo también se encuentra sujeto a las carac- terísticas estructurales de del modo capitalista de producción en sus distintas manifestaciones, y a la praxis social de nuestro tiempo, lo cual nos llama a actuar en consecuencia y organizar nues- tras fuerzas en la dirección apuntada por Marx, y por supuesto, por Palerm. De la praxis científica, a la organización de las fuerzas productivas Sin duda, muchas son las temáticas que desde distintas aproximaciones teoréticas pueden de- sarrollarse para el trato de la cultura como obje- to de estudio; 8 sin embargo, habremos de consi- 8 Siguiendo a Marx, por cultura entendemos al espíritu humano pero no en su sentido religioso o fantástico, la cualidad intelectual y el sentido que se desenvuelve en el seno del trabajo mismo, su sustancia, fuerzas produc- tivas espirituales; en ese orden de ideas, toda organización del trabajo es productora y reproductora de cultura. Sin embargo, en la sociedad burgue- sa, producto del modo capitalista de producción, las relaciones sociales y la cultura quedan sujetas a la realidad ajena del productor: “Desde el punto de vista del trabajo, su actividad en el proceso de producción se presenta derar que al método asumido le corresponde una organización consciente en su aplicación. En ese sentido, la experiencia investigativa – que no necesariamente etnográfica- es lo que le permite al antropólogo social ir profundizando su análisis e interpretación de las relaciones sociales de producción; dicha experiencia es lo que le faci- lita la aplicación de las técnicas y habilidades so- ciológicas para captar la información pertinente en el proceso de construcción del dato científico. A su vez, el conocimiento científico es produc- to de este movimiento en espiral entre lo concreto conocido, lo abstracto por conocer/conocido y lo concreto pensado. El “culmen” de este proceder será relativo ya que invariablemente está circuns- cripto al desarrollo de las fuerzas productivas técnicas, científicas y químicas del momento, lo cual se presenta en el marco de un tipo de praxis social que opera como la atmosfera de todo ello y en el que el modo de producción puede presentar crecimiento, decrecimiento, estancamiento, crisis cíclica, estructural o sistémica. Esto es, el conoci- miento científico no es ajeno a la realidad social en la que tienen lugar las distintas manifestacio- nes culturales en nuestras sociedades, sobre todo ahora que nos encontramos en la fase transnacio- nal de la economía política dominante. En consecuencia, lo que Palerm señaló como la organización de las fuerzas productivas inte- lectuales o su programa político al interior de lo que denominó la praxis científica situada en la realidad social y su momento histórico, nos lleva al conjunto de trabajadores intelectuales a iden- tificar, por ejemplo, las tendencias por las que atraviesa la economía política de los modos de producción y, con ello, definir nuestra posición y compromiso social, las temáticas de investiga- ción por asumir, las necesidades metodológicas por cubrir, la gestión de financiamiento, la vin- de esta manera: el trabajo a parta de sí mismo su realización en condiciones objetivas, como realidad ajena, y al mismo tiempo y por consiguiente, se pone a sí mismo como capacidad de trabajo privada de sustancia, provista meramente de necesidades y enfrentada a ésta su realidad enajenada que no le pertenece a ella sino a otro; el trabajo no pone a su propia realidad como ser para sí, sino como mero ser para otro, y por tanto también como ser-de-otro-modo, o ser del otro, opuesto a él mismo. Este proceso de rea- lización es a la par el proceso de desrealización del trabajo. El trabajo se pone objetivamente, pero pone su propia objetividad como su propio no- ser o como el ser de su no-ser: el capital (Marx, 2009: 414-415).

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