Número 50

78 menos en mi caso. Se aúna a ello las características de la vida de Salvador, y la combinación es fuerte, como para caer en la tentación de hacer un documental superficial, populachero y colorido. Lo que el trabajo de Roca proporciona es una ventana a y un espejo de una parcela de la realidad mexicana, deja ver un diseño de contenido que plantea, quizá a partir de la vida de Salvador, a) el conocimiento de la industria ferroviaria, su historia y su importancia; b) el conocimiento de cómo se expresa culturalmente esa historia, tanto en el mismo Salvador como en un ámbito más amplio. Con la ideación de esos recursos y su concreción, en el relato es posible darle a Salvador su sitio, lograr algo fuera de la lógica del docs reality-me- lodrama contemporáneo, y que estriba en no domesticar a la persona de carne y hueso, no depositar en ella todo el peso del trabajo; no embalsamar- la explotándola como personaje de espectáculo, sino mantenerla viva. Con los recursos cinematográficos adecuados es posible superar la zona pinto - resca y anecdótica para explorar más a fondo la temática elegida, poner a la luz otras de sus facetas y mantener el interés en la narración. Esto es aplicable a cualquier documental, pero muy en especial para aquellos que se asumen parte de un proceso de investigación social que usa lo audiovi- sual como instrumento de su investigación y también como un “producto final que sirve para comunicar la propia investigación”. 1 En el panorama del documental mexicano del siglo XXI, Km. C-62, un nó- mada del riel se sitúa en varios ámbitos, siendo uno de ellos el del documental como divulgación de una investigación científica social, con la particularidad de que se trata de la parte de un díptico que tramita el conocimiento generado en dos modos de comunicación, el escrito y el audiovisual, cada uno hacien- do uso de sus características, de tal manera que Km. C-62, el libro ( http://bit. ly/2h5Pt94 ) tiene muchos puntos de contacto con Km. C-62, el documental, pero no es la versión escrita del documental, ni el documental es la versión filmada del libro, lo que me parece nos pone frente a un ejemplo excepcional, al menos en México. Se desprende de lo anterior que el proyecto Km. C-62 , en especial el documental que se comenta, trasciende un rasgo frecuente de este tipo de trabajos, pues no lo anima hacer alarde de la metodología, uso de fuentes, estructura, abundancia de datos, etcétera -indicadores de que su pú- blico elegido es el de sus pares académicos-, sino que se empeña por acercar el conocimiento generado a un público lego, cuidando de no perder rigor y atendiendo a los recursos expresivos, estéticos, dirían algunos.  ¿Cuál será el porvenir de mi pasado? José Emilio Pacheco El viaje termina en un auditorio habilitado como sala de proyección. En su pared blanca el nómada del riel nos cuenta su vida. He estado presente en dos exhibiciones de Km. C-62 con público abierto en la Ciudad de México, como actividad de cine club. Aún con la precaria forma de difundir las fun- ciones, casi como un hecho barrial, de boca a oreja, volantitos casi de era del mimeógrafo, se formaron audiencias variopintas entre las que destaca- ron los rieleros jubilados. En una de esas sesiones, la charla posproyección, 1 Randal M. Whaley, citado en Tosi, Virgilio. El lenguaje de las imágenes en movimiento. Teoría prác - tica del cine y la televisión en la investigación científica, la enseñanza y la divulgación. Grijalbo. 1993

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