Número 48

54 D e vez en cuando aparecen ejemplos fílmicos en donde se conjun- tan determinadas condiciones en torno a un suceso de la realidad. Están los documentalistas, sus equipos humanos y tecnológicos, las cuatro formas del hacer (saber, poder, querer y deber) y la lucidez para entender que se registra para la memoria y desde un cierto punto de vista humano, ético, político, profesional, la mirada densa a la que alude Oc- tavio Hernández Espejo. Estrenado hace 10 años –motivo de conmemoración sin duda– en la capital de Oaxaca y en el ex Distrito Federal, Un poquito de tanta verdad es una admirable crónica de un episodio de la guerra del Estado mexicano contra su pueblo, en ese momento organizado en la Asamblea de Popular de los Pueblos de Oaxaca, APPO, y en resistencia contra la violencia del gobierno priista de Ulises Ruiz. La tarde del 26 de julio de 2007, en el abarrotado auditorio Lázaro Cárdenas del Río del Río de la Universidad Obrera de México ‘Vicente Lombardo Toledano’, la presencia de Jill Friedberg, la guionista, directo- ra y editora del documental, y de profesores de la Sección 22 del SNTE, protagonistas de la historia y también de la cinta, transforma al evento en mucho más que una proyección, sobre todo cuando se entabla el diálogo entre los protagonistas, la documentalista y los asistentes. Hace algunos años se catalogaba a este tipo de obras como contra- información, en el sentido en el que el punto de vista no correspondía al de los medios dominantes y porque lo que se expone son las razones de su campo contrario; sin embargo, Un poquito… es información, sin el “contra”, pues lo que en verdad hace el polo mediático dominante es desinformar, mentir cuando es necesario; su labor en sucesos como el

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