Número 47

cuánta depredación ambiental más, cuánto robo, saqueo, mentira, simu- lación y crimen es necesario añadir aún para sacudirnos la inercia, para actualizar la indignación y para pasar de ahí al compromiso participativo y directo?, ¿otro día más?, ¿otros seis años de marchas, de giras, de en- cuentros, de retórica y de preparación? Lo que sucede en México, y de lo cual tenemos manifestación en todo el orbe, es sintomático de un modelo civilizatorio herido de muerte y el cual, desde sus políticos profesionales, pretende –a toda costa- absoluti- zarse al decretar con la ley del libre mercado en mano, el fin de la historia humana, de las ideologías y de la lucha política. Que pretende hacernos creer que es posible humanizar al sistema capitalista, volverlo “social- mente responsable”, “compatible con la naturaleza” que a su paso depre- da, pero sobretodo, la idea de que dicho sistema es insuperable. Por ello, llamamos a intensificar el debate, a ampliar la discusión, a colocar en la palestra todos y cada uno de los temas que nos parezcan im- prescindibles, oportunos, pertinentes, vitales. Pero en particular, a contar con un mayor grado de acuciosidad para estar en posibilidad de trascen- der en nuestra crítica y nuestra acción el problema del síntoma manifies- to en lo nacional y, entonces, asumir una participación antagónica ante las empresas transnacionales que imponen su necropolítica. En cuanto al número que presentamos a continuación, nos hemos dado a la tarea de mirar hacia el norte mexicano y poner particular atención en el pueblo rarámuri o tarahumar; para eso, hemos convocado a un grupo de colegas antropólogos que en buena medida mantienen la formación antropológica promovida por el Mtro. Augusto Urteaga Castro Pozo en aquellos lugares “lejanos de Dios pero tan cercanos a Estados Unidos”. 6

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