Número 47
116 En este caso la estructura es evidente, no se reelabora como en otros documentales cuyo fin no es mostrar su proceso de factura y sólo enseñan un contenido que ya fue sometido a un tratamiento más “cinematográfico”, transparente, sin señales de sus hacedores y procedimientos. Esta es una idea distintiva del cinema-verité, corriente en la cual el documentalista actúa como catalizador de los sucesos: es posible que sin su interacción con el entorno (incluso evidente, saliendo a cuadro los cineastas, las cámaras, comentando al espectador los objetivos de la pelícu- la, los obstáculos que se presentan, etcétera) lo que se ve en la pantalla no hubiera sucedido, idea contraria a la del cine o do- cumental directo que quiere testimoniar la realidad sin alterarla, mimetizándose los cineastas y sus equipos con ésta, como una “mosca en la pared”, apodo que le fue adjudicado a esta forma de hacer documental. (Historiadores del cine como David Bord- well y Kristin Thompson consideran que se trata de dos corrien- tes de la misma escuela documental.) 15 El documental nos proporciona un intenso, profundo y cuida- doso acercamiento a la comunidad de Los Concheros, permite atestiguar algunos rituales muy íntimos, conocer sus historias propias, su pasado, el presente y futuro. En total detectamos ocho bloques temáticos que desarrollan el contenido y lo diversifican. Despunta lo que va a ser un motivo re - 15 Bonfil tiene presente esta disyuntiva entre captar sin ser notado o, al contrario, no ocultarse, actuar, estimular, buscar respuestas. Finalmente, opina que uno y otro método son válidos. Ibid.
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