Número 47

111 no debe quedarse a nivel de los informes técnicos de los especia- listas, sino que necesita llegar “al hombre de la calle”, al público común, no especializado 6 . Se presenta, luego entonces, una oportunidad privilegiada para estudiar el documental remitiéndolo a los textos que le die- ron vida para saber en qué medida las intenciones cobraron ma- terialidad en la cinta. Y también para conocer el tipo de antropo- logía, su orientación y recursos metodológicos que se plasman en imágenes, sonidos y voz narradora, que le da vida al texto redactado por Bonfil, de acuerdo a ficha técnica de Él es Dios. Se trata de un trabajo pionero en la corriente del documental ligado a las ciencias sociales, que sigue la tendencia anotada por De los Reyes de hacer cine en México con base en experiencias de otros países –Francia, como en la época Lumiere–, aunque en este caso no para evadirse de la realidad sino para conocer- la y entenderla. Sus realizadores no provienen de la industria cinematográfica; proponen un documentalismo desde sus cam- pos y prácticas profesionales, un producto de síntesis entre dos disciplinas, en el sentido de que no se trata sólo de un registro documental sino del empleo integral de un “instrumental más fino y preciso” 7 para una investigación que cristalizará en una narración documental. La misión del antropólogo-cineasta consiste en traducir la ver- dad científica al “lenguaje” cinematográfico para hacerla com- prensible a un público más amplio. La obra cinematográfica, como la literaria, tiene su propio lenguaje, su propia sintaxis; es decir, su peculiar manera de transmitir ideas y emociones. 8 Un cine que se diferencia del mexicano industrial al enfren- tar la representación fílmica del mundo indígena –con la nota- ble excepción de Tarahumara (Cada vez más lejos) , 1965, de Luis 6 Bonfil, Guillermo. Op. cit 7 Ibid. 8 Ibid.

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