Número 46
8 Con el propósito de matar a los campesinos del sur, el ejército de Ca- rranza asumió el ropaje del “humanitarismo”. ¿Pero, cómo podría matar, el ejército “humanista”, a los campesinos y sus familias, sin convertirlos imaginariamente en animales, colmados de ferocidad y rabia? ¿Cómo po- dría, ese ejército, presentarse como “salvador”, sin inculpar a los zapatistas, como asesinos de la sociedad y de la patria? Finalmente, ¿cómo podrían, los carrancistas, enaltecer su propia fuerza imaginaria —honradez, civiliza- ción y capacidad— sin atribuir a los zapatistas el bandolerismo, salvajismo, ineptitud y la carencia de ideales políticos? A través de múltiples despojos, a través de la construcción imaginaria de la inferioridad del otro, el sujeto racista construye su propia superiori- dad, también imaginaria. En la práctica, este racismo carrancista (humanos contra fieras) buscó respaldar pero, sobre todo, dirigió la guerra de exter - minio contra la revolución campesina de México. Asimismo, es posible observar el carácter contrarrevolucionario de esa estrategia en las palabras que expresó Pablo González a Carranza, en esos días: urge comenzar la campaña de Morelos. “Es preciso pensar en la desintervención general de todas las haciendas… Se debe permitir a todos los hacendados que siembren sus tierras ”. 4 El 3 de enero de 1916, la prensa carrancista publicó un artículo para exaltar la guerra química de alemanes e ingleses; especialmente, el empleo militar de gases y vapores asfixiantes a base de ácido sulfúrico, bromo, clo - ro, peróxido de azoe y sosa cáustica. 5 4 Conferencia con el C. Primer Jefe, Estado Mayor del Secretario de Guerra y Marina, Archivo de Pablo González Garza, referencia para fechar el documento: “tiroteos diarios desde el 14 de septiembre último” (1915). 5 “La química aplicada a la guerra. Gases y vapores asfixiantes”, El Pueblo , Veracruz, Ver., 3 de enero de 1916. Carmen Robles
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