Número 46

52 Según Da Matta, estas dos lógicas funcionan como una especie de pa - radoja en las sociedadades dependientes como las de América Latina. La primera, inscrita en el Estado como maquinaria de orden, elude a la con- dición universal de los sujetos, en tanto sujetos individuales. La segunda, reforzada por el Estado en tanto imaginario de orden, está incorporada en los cuerpos individuales y se reproduce en las relaciones cotidianas, natu- ralizando jerarquías socialmente construidas, entre un nosotros dominan- te y sus otredades dominadas. Bajo la lógica de la igualdad se fundó las bases del sujeto dominante (en tanto propietario y letrado) en la que no cabían ni los indígenas ni las muje - res. Bajo la segunda se han inscrito las diferencias de los cuerpos, de los suje- tos. Diferencias estereotipadas que a lo largo de la historia boliviana tuvieron por función legitimar como natural ciertas posiciones sociales en disputa. Este proceso implicó concebir la relación entre indígenas y no indígenas, en términos estrechos y esencializadores, precisamente para insertar, legitimar y naturalizar fronteras de distinción social. Proceso que es mucho más agudo en condiciones donde las fronteras de distinción se presentan difusas y donde la necesidad de fijan al otro racializado en el espacio del no-lugar para legitimar la posición jerárquicamente superior de uno mismo se torna relevante. Bajo esta lógica, los sujetos dominantes no indígenas han fomentado, a través de distintos mecanismos disciplinarios, patrones de comportamiento negativos y positivos como propios de los sujetos indígenas. Así, si bien, los indígenas todavía son representados como torpes, toscos, incivilizados, grotescos, pobres por naturaleza, rurales, salvajes, aferrados a la tierra; también suelen ser considerados como humildes, tranquilos, trabajadores e ingenuos. Aunque algunos atributos positivos tienen distinto sentido (ne- gativo) al que se aplica para uno mismo. Así por ejemplo, que sean humil - des y tranquilos los convierte en sujetos de fácil “manipulación” por terce- ros; o, en sujetos carentes de “voluntad propia”, de “autonomía individual” y hasta de “racionalidad”. Entre la subalternidad y la des-subalaternización del sujeto indígena contemporáneo Ahora bien, en esta fase de cambio políticos (societal) estos atributos po - sitivos y negativos atribuidos al sujeto racializado en oposición al sujeto que racializa, se presentan de una manera particular. Tienen el papel de reforzar o fijar a ciertos sujetos en el lugar del no cambio en un contexto de cambio, pues tal situación afecta al sujeto otrificante. De allí se deriva que se viene construyendo dos imágenes contrapuestas en torno al sujeto indígena: la de “indio de ayer” visto desde el presente, y al que se le asigna atributos positivos; que contrasta con la representación estereotipada del “indio de hoy” que se elabora apelando a un conjunto de atributos de carácter negativo. Para ciertos sujetos (racialmente dominantes) el indio de ayer visto des - de el presente era y es portador de un comportamiento anhelado. Un sujeto que acepta y reconoce el lugar que le corresponde dentro de la estructura social: porque el de ayer era un sujeto “humilde”, “trabajador”, “educado”, “a-político” y “decente”, en tanto sumiso y sometido, “estaba en su lugar”

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