Número 46
46 refugiados, ilegales), etcétera: otra vez etnocentrismos, naciocentrismos, relativismos, racialismos diferencialistas y o culturalistas, auspiciados y alimentados por los capitalocentrismos neocolonialistas e imperialistas. Ahora plateemos la siguiente cuestión: respecto a las posturas levistraus- sianas en torno al racismo, nos brota la siguiente pregunta: ¿son esas concep- ciones pluralistas, pluriculturalistas, particularistas, separacionistas, relati- vistas, etc., en las que cae este famoso etnólogo las únicas existentes y viables desde el punto de vista crítico y antroposociocultural para detener la globali- zación imperialista, el neoliberalismo y el comercio/mercado mundial? Definitivamente pienso que no, que sí es posible y políticamente correcto plantear y concebir la universalidad en las particularidades, y la multicultu- ralidad, la interculturalidad y las autonomías incluyentes en la unidad civili- zatoria humana. Hay autores que en los últimos años por rechazar la univer- salidad abstracta occidentalizada y colonizadora, niegan toda universalidad y unidad humanas, volviendo a la vieja polémica arriba mencionada de los nominalistas (universalistas) y los realistas (particularistas). Otros se adhie - ren al multi-culturalismo, a la coexistencia, a los acuerdos de tolerar (y ser tolerado) y la tolerancia 34 o a un relativismo “cauto/prudente” o “analógico” queriendo situarse en una perspectiva universalía in rem ; sin embargo, di- chos relativismos matizados siguen siendo insuficientes tanto para defender radicalmente los derechos humanos y civiles plenos como para comprender y herramentarse ante la situación extrema de crisis en que se encuentra la especie y el planeta. Subsumida a manos del uno por ciento decididor, aca- parador y dominador que se ha montado sobre el proceso acumulador tras- nacional del capital a costa del 99 por ciento de la humanidad, que a pesar de sus diferenciaciones y jerarquías semiclasistas, nacionalitarias, étnicas y culturales participa de un destino común: barbarie o socialismo. Los aspectos multi-socio-culturales, inter-socio-culturales y trans-so- cio-culturales que atraviesan y recorren a esa multitudinaria colectividad humana de 7 mil millones de seres, son susceptibles en nuestra contem- poraneidad no sólo de ser recodifcados mediante los intercambios so- lidarios, los diálogos, “traducciones” y encuentros culturales, la re-au- to-organización de sus necesidades, capacidades y sentidos de identidad y pertenencia, la intercomunicación de sus códigos, formas y modos socio- culturales de vida 35 ; sino que es necesaria y posible la resolución teórica y práctica de la dialéctica universalidad vs. particularismos. Que no solamente es posible y viable, sino deseable, es la única vía correcta de realización humana bajo condiciones de libertad, de igualdad, de diferencialidad y de fraternidad humanas, pero, definitivamente, no de manera verdadera y menos profunda y completa dentro el sistema capita- lista; sino bajo un sistema cualitativamente diferente, su antítesis y sín- tesis superadora. O sea la verdadera hermandad de personas y culturas, confederación de tribus, pueblos y naciones, la sociedad de colectivos y de individuos asociados libremente. 34 Véase por ejemplo el Tratado de tolerancia de Michael Walzer (1998). 35 Para una argumentación y demostración histórica y actual de actitudes y maneras solidarias a través de intercambios y solidaridades a partir del trueque y las prácticas de reci- procidade, véase nuestro artículo “Trueques y similares. Formas de intercambios antropológi- cos-históricos y ahora alternativos y anticapitalistas” (2016).
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