Número 46

45 protegerse contra las invasiones humanas provenientes del tercer mundo” 32 . De esta manera en el fondo de la concepción levistraussiana −sigue diciendo T. Todorov− está un temor al orden universal, empero hace re - comendaciones sobre el funcionamiento de una sociedad universal, hace llamados a la “concertación internacional”, hace activismo contra la acele- ración de los contactos culturales suponiendo un “Estado universal” inter- ventor. Tzvetan Todorov se declara antirrelativista, pero tampoco piensa en el advenimiento de un “Estado universal” con población homogénea, sino que él cree en que la comunicación y diálogo con otros “debe postu- lar un horizonte universal a nuestra búsqueda de entendimiento” donde las diferencias no desaparecen sino se desplazan y se transforman 33 . Sin embargo, no señala a qué nivel está considerando esas diferencias y esos universales dentro de la sociedad global capitalista. ¿Se tratará de una postura liberal pro capitalista o pro occidentalista; es decir, la clásica pos- tura del liberalismo burgués que aboga por un universalismo con claras tendencias individualistas, es decir basadas en el modelo “superior” y de alcance universal homogeneizador de la sociedad capitalista occidental, y que no reconoce en el fondo los derechos colectivos y las autonomías incluyentes e integradoras para los grupos étnico-nacionales? Tzvetan Todorov no aclara el punto ni contextualiza socioeconómica ni política- mente su propuesta estilo habermasiano de diálogo y de comunicación. A manera de invitación al debate Una política diferencialista culturalista (basado en el racismo diferen- cialista culturalista) estilo Lévi-Strauss desde los ochenta, en tiempos neo-globalizadores en que se retrajo el Estado proteccionista y surgió el neoliberalismo a partir de la crisis de recomposición del sistema capita- lista mundial de principios de los setenta: ¿qué efectos políticos teóricos y prácticos tuvo, ha tenido y aún tiene? Pues en apariencia contradictoria, y especialmente después de la des- aparición de la URSS, de la disolución y la conversión capitalista de los países del llamado bloque “socialista”, de las “muertes trágicas”, de las guerras de limpiezas (inter) étnicas, de la declaración del “fin de la his - toria”, de la bienvenida al neoliberalismo neoglobalizador, etcétera; en muchos países europeos y también en los EUA ha generado el acelera- miento de los racismos, las xenofobias, las violencias y los odios contra los otros. Ello en supuesta defensa de las identidades culturales “particu- lares”, por ejemplo en defensa de los valores europeos, u occidentales, o democráticos, o tradicionales, o religiosos, o patrióticos, o nacionales, o diferentes, y/o supremos: relativismos, etnocentrismos, discriminaciones, marginaciones, etc. como razón neorracial. En muchos países latinoame- ricanos, asiáticos y africanos, ha significado el rechazo, la exclusión, la carencia del reconocimiento de los diferentes, de los otros, de sus dere- chos, a cuento de preservar la unidad nacional y cultural, la unidad étnica y religiosa, la identidad por la identidad, la unidad de nosotros contra los “otros” (diferentes, extranjeros, extraños, cercanos-lejanos, inmigrantes, 32 Ibid ., pp. 94-95. 33 Ibid ., pp. 95-97.

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