Número 46

33 20 años después de su primera campaña mundial anti-racista, inicia una nueva campaña bajo el lema de “año internacional de lucha contra el racismo”, y le vuelve a pedir al ya consolidado y prestigiado etnólo- go Claude Lévi-Strauss, un texto para que abriera dicho año con una gran conferencia. Nuestro etnólogo no se hace del rogar y aprovecha la oportunidad para ampliar, matizar y poner al día sus tesis de 1952, asi- mismo aprovecha para ajustar cuentas con la UNESCO (en su calidad de organismo representante de los Estados-nación del mundo occidental, dirigido centralmente por los más poderosos de ellos); escribe, pues, su nuevo artículo que llama: “Raza y cultura” (1971) 8 . Tomando algunos aspectos clave discutidos por Lévi-Strauss en estos dos artículos de 1952 y 1971, intento continuar y actualizar el debate en torno a la raza, los racismos, la diversidad cultural y fenómenos socio-po- líticos actuales conectados con ellos; me ubico desde una posición antro- pológica que se inscribe dentro del materialismo histórico-dialéctico. Diversidad de Culturas humanas El asunto inicial para C. Lévi-Strauss es la cuestión de las aptitudes en los diferentes grupos humanos, si se reconoce que no existen “aptitudes raciales innatas”, sino que hay en los diversos grupos iguales aptitudes, ¿cómo explicar los enormes progresos de la civilización desarrollada por el hombre blanco occidental? De entrada aparece el asunto del progreso histórico , en este caso de la civilización occidental, y nuestro autor, para dar una salida a esta subsiguiente interrogante −dice− se tiene que plan - tear en términos no de razas desiguales o diversas , sino de desigualdad o diversidad de las culturas humanas . Por ello es que se deben de reconocer dos grandes fuerzas que operan en las sociedades humanas en direcciones opuestas: 1) “unas tienden a mante - ner, e inclusive a acentuar, particularismos; 2) otras actúan en el sentido de la convergencia y de la afinidad” 9 , el resultado ideal es el óptimo de diver- sidad, una especie de media cultural, muy arriba o muy debajo de la cual las culturas no podrían ir debido al peligro de perderse como tales. Pero cabe también reconocer que dichas fuerzas trabajan tanto al interior como al exterior de las sociedades, y que debido a que las sociedades no están jamás solas (o sólo excepcionalmente) sino que existen en forma de grupos o “paquetes” más o menos densos y que llegan a formar coaliciones o alian- zas amplias, se tiene que analizar el fenómeno inmanente de la diversidad y de sus fuerzas productoras en el medio del contraste y de unidad de cultu- ras. Por ello es que tanto el etnocentrismo (como creencia de que la cultura propia es superior a las demás) como el relativismo cultural (como creencia que todas las culturas son viables y valiosas en sí y por sí mismas) podrían considerarse inevitables en el marco de las relaciones culturales. Así se podría decir que “todas las culturas, todos los pueblos, son etnocéntricos”, 8 Resulta curioso y sintomático que otra vez la Unesco (con sede en París), se una a la celebra - ción del centenario de Lévi-Strauss señalándolo “como uno de los grandes intelectuales del si- glo XX”. Véase: “Conmemoran el centenario del ‘etnólogo filósofo’ francés Claude Lévi-Strauss. La UNESCO lo recuerda como uno de los intelectuales más relevantes del siglo XX”, La Jornada , 28 de noviembre de 2008. 9 Cfr. “Raza e historia”, en Antropología estructural, mito, sociedad, humanidades , 1983, p. 307.

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