Número 45

21 Ayotzinapa nos permitió entender que a esta pregunta ya no puede responderse con la idea de “que el Estado haga algo”, o “que los partidos políticos cambien y legislen…”. Ayotzinapa nos deja una dura lección, sí fue el Estado, pero ahora qué hacemos, qué hacemos con este maltrecho Estado. Muchos pensaban que hay que ganarle al PRI en la próximas elecciones y si es la izquierda pues qué mejor, la solución es sacar al PRI del gobierno, al PRI corrupto. Pero Ayotzinapa nos vino también a de- rrumbar esta creencia, quizá todavía más difícil de asimilar. Estamos comenzando a entender que nuestra democracia hace tiempo que dejó de ser un camino de transición, los actores políticos de todo sig- no se instalaron en un modelo donde todos terminaron imitando a su ene- migo, al PRI, para ganarle con sus propias armas, en sus propios térmi- nos. Todos los partidos se han corrompido y han establecido sus propios vínculos mafiosos. Los triunfos de la alternancia pronto se convirtieron en triunfos pírricos que terminaron por enlodar la democracia. Vivimos instalados, como algunos expertos lo han sostenido, en una cacocracia , en un sistema donde nos gobiernan los peores. Elegir al menos peor, para seguir empeorando lo menos posible, es el problema que tiene que re- solver un elector racional hoy día. Los partidos son franquicias que se venden a los mejores postores, a quienes tienen dinero. Y hoy por hoy en este país los grupos de poder económico son los grandes empresarios y el crimen organizado. Todos los partidos bailan al son que este tipo de intereses tocan. José Luis Abarca el presidente municipal de Iguala y uno de los res - ponsables de la matanza de los estudiantes logró comprar la franquicia del PRD, pero pudo haber comprado cualquier otra que le permitiera ga-

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