Número 44
9 de “dirigir” la dependencia a la que ha llevado al naufragio? Pues nada menos que haber instrumentado la represión contra las fuerzas de autodefensa en Michoacán. El célebre doctor Mireles resultó un pésimo ejemplo que había que doblegar y, quiérase o no, se encuentra en la cárcel por defender un territorio como parte de una respuesta ciudadana y colectiva ante la inseguridad que, esa sí, ocupa un podio de sangre, aupada por una clase política y empresarial impune hasta la ignominia. Entonces las olimpiadas, además de constituir una lid internacional donde se proyectan los frutos de la disciplina corporal, del trabajo en equipo, de la vo - luntad y del tesón en un foro de diver - sidad y de reconocimiento mutuo entre naciones, además de ser un jugoso ne - gocio donde campea el deporte del usu - fructo privado de los recursos públicos, y además ser a su vez un espectáculo festivo y estético, es un reactivo que re - vela condiciones diferenciales de índole política, sociocultural, económica que no podemos eludir y que en el caso de la delegación mexicana pone en evidencia, una vez más, nuestro sitio postrero en la carrera de la democracia, en el torneo por un verdadero servicio público y en la gesta por una sociedad libre del cinismo, de la corrupción y de la ramplona me - diocracia que, incrustada en los aparatos de control gubernamental y empresarial, perjudica al presente y al futuro del país. Sin embargo, en este proceso, noso - tros no somos meros espectadores arre - llanados con nuestra chela en un sillón o en una tribuna. No. Somos partícipes plenos, porque una medalla sí que se nos debe y habría que reclamar: la de formar parte del espectáculo al permitirlo. Y en contraste, y sin medalla, tenemos nuestros atletas de la dignidad: no sólo nuestros medallistas olímpicos y los que compitieron en Río de Janeiro sin con - seguir una presea: son los maestros vili - pendiados que aún creen en una patria, los que se niegan a pasar al estatuto de www.meganoticias.mx
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