Número 42

32 y de otros países latinoamericanos siguie- ron cursando sus estudios de postgrado en la Escuela de las Américas, en la zona del canal de Panamá, y reconocido centro formador de torturadores. Algo semejante sucedía con la Enmienda Humphrey-Ken- nedy que ordenaba el embargo de armas a las dictaduras de Videla y Pinochet. En ningún momento Estados Unidos dejo de hacer transferencias de material bélico a los genocidas del Cono Sur. La venta de armas yanquis se siguió haciendo por me- dio de la intermediación de gobiernos alia- dos estratégicos de Estados Unidos que se prestaban a realizar el trabajo sucio que no podía hacer este país a cara descubierta. Siendo el caso más notorio el de los go- biernos israelíes, tanto los laboristas como los conservadores del Likud, cuyas rela- ciones con la dictadura argentina fueron inmejorables. Digamos que exactamente hacia lo mismo la Unión Soviética, que en esos años le vendió armas a la Argen- tina a través de los buenos oficios del go - bierno rumano de Nicolás Ceausescu. De la misma manera, los créditos de bancos norteamericanos nunca dejaron de fluir hacia la Argentina, amén de incrementarse mucho las inversiones norteamericanas en nuestro país en esos años en que la violen- cia del terrorismo de Estado había “paci- ficado” el medio sindical. Todo esto aún después que el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos confirmara documentalmente el genocidio producido en nuestro país en el informe que siguió a su visita en 1979. En julio de 1980, luego de una crisis política de larga data, una fracción de los militares bolivia- nos decidió derrocar a la presidenta pro- visional Lidia Gueiller, para impedir que asumiera la presidencia Hernán Siles Sua- zo, candidato victorioso de la coalición de izquierda UDP. Este golpe militar contó con la instigación y el apoyo logístico de la dictadura argentina, lo que incluso invo- lucró a personal militar y a paramilitares argentinos en el pustch que derivó en un episodio sangriento, con masacre de civi- les y líderes de la oposición. La dictadura de García Meza no fue reconocida por el gobierno de Carter que, de manera salo- mónica, también se negó a apoyar al go- bierno en el exilio que monto Siles Suazo. Años después, distintas versiones han in- sistido en que la embajada norteamericana en La Paz estaba al tanto de los preparati- vos golpistas, y que le dio un visto bueno soto voce , e incluso favoreció un acerca- miento entre los narco militares y sectores empresariales locales. Insisto en que por más incómodo que le resultara al gobierno norteamericano tener que tratar con estos gobiernos, nunca la “indignación” alcanzo como para buscar someterlos a una cuaren- tena diplomática que obligara a iniciar una apertura política o a modificar sus políti - cas represivas. En lo único que el gobier- no de Carter se mantuvo intransigente en relación a la dictadura argentina fue en el tema de venta de insumos y transferencia tecnológica en el área nuclear. Pero, como ya explicamos, eso no fue una sanción por la violación a los derechos humanos sino porque Argentina se negaba a suscribir el Tratado de Tlatelolco. Una condición que el gobierno norteamericano exigía, como imposición imperial, a los gobiernos del “mundo sub desarrollado” para apoyar sus proyectos en el área nuclear. Aclaremos también que, por su lado, la diplomacia argentina estuvo, en esos años, alineada con las posiciones norteamericanas en los foros internacionales. Esto fue así durante la crisis de Irán (1978-1979), frente a la caída de Somoza y la revolución sandinis- ta (1979), la crisis de los “marielitos” en Cuba (1980), etcétera. Incluso durante la invasión soviética en Afganistán, cuando si bien la Argentina se negó a apoyar el embargo cerealero, que le dolía en el bol- sillo, apoyó diplomáticamente la posición norteamericana en los foros internacio- nales e, incluso, se sumó al boicot a las olimpiadas de Moscú de 1980, alentado por el gobierno norteamericano. Resu- miendo, si bien la tensión política entre el gobierno de Carter y las dictaduras existió, en ningún momento alcanzó para afectar los vínculos más estructurales que hacen a

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=