Número 42

27 la revista Amauta . Al respecto, afirmó: «…no quisiera que nadie me ganara el lugar de voluntario vehemente que ocu- po». 13 La caja china develó otros com - promisos de Torres Bodet y por ende otro antagonismo intelectual en desa- rrollo. Su celebrado iberoamericanismo, se enlazaba con el debate que propició la Gaceta Literaria de Madrid al procla- mar a la capital española: meridiano de la cultura hispanoamericana. Al frente, le salió la revista Martín Fierro . Por su lado, Mariátegui y la revista Amauta se solidarizaron con la revista argenti - na. No podía la intelectualidad acomo - daticia e hispanista convertir a Madrid, bajo la dictadura de Primo de Rivera en meridiano cultural. Bajo dicha dictadu- ra, varios intelectuales fueron expulsa - dos de las universidades o remitidos a la cárcel o el exilio como le sucedió a don Miguel de Unamuno. La réplica españo - la no tardó en llegar desde varios flan - cos y autores, reivindicando en primer la lengua castellana, y descalificando la escritura criollo americana. Desde otro ángulo, los intelectuales congregados en torno a la Gaceta Literaria trataron de minimizar la cuestión semántica del término meridiano, al mismo tiempo que negaban la existencia de una cultu- ra sudamericana. No faltó el despliegue de estigmas racistas: « ¡Cómo se va a entender Madrid con quienes aspiran a forjarse una cultura a base de candon - gueos y frases de mulato!» (E. Giménez Caballero, director de la revista); «… si no se deciden por un súbito y ge- nial esperanto, claro es que habrán de acudir al Rastro, es decir, forjarse una lengua con materiales de derribo. Todos los diccionarios del mundo les cederán gentilmente un buen lote de género po- drido» (Benjamín Jarnés). 14 El peruano, director de la revista Amauta , pensando en términos conti- nentales, sostuvo que existían dos polos 13 Ibídem . 14 «Un debate apasionado. Campeonato para un meridiano intelectual», La Gaceta Literaria (Madrid), 1º de septiembre de 1927 Año I, número 17, pp. 3 y 6. culturales en el continente afincados uno en la ciudad de Buenos Aires y otro, en la Ciudad de México. Afirmó también que si había que elegir por uno, optaba por la segunda. Fue congruente con di- cha apuesta, tenía que ver con la elec- ción de vida intelectual. La represión y censura de que fue objeto Mariátegui lo orilló a partir de junio de 1927, a solici- tarle ayuda a Samuel Glusberg, director de la revista argentina Babel, para radi- carse en Buenos Aires, deseo que nunca pudo materializarse. Por su lado, Torres Bodet, al igual que el ala no naciona- lista de la intelectualidad vanguardista mexicana congregados en torno a la re- vista Ulises dirigida por Salvador Novo, abonaba en otra dirección a favor de un México cosmopolita capaz de disputar la hegemonía en dicho campo cultural en formación, cuestionando a Martín Fierro , por no tener la mínima enunciación de un nosotros hispanoamericano, es decir, por quedar anclada en su horizonte na - cional. La convergencia ideológica entre los colaboradores de Ulises y los de la Gaceta Literaria era visible en ese tiem- po. Fue así que los intelectuales mexica- nos de Ulises tomaron partido a favor de la revista española, y por ende, contra la revista Martín Fierro y de carambola, contra Amauta . Sus integrantes prepa - raban ingenuamente su presentación en Madrid, como si se tratase de la puerta de ingreso al escenario cultural europeo, 15 sin preocuparles la dictadura reinante en España. Esta misma orientación fi - lohispanista se mantuvo a través de las páginas de la revista Los Contemporáneos a partir de 1928. 16 Sin embargo, este gru - po intelectual mexicano poco podía ofre - cerles a sus pares latinoamericanos. No tardó en cambiar de rumbo, preludiando el ciclo conservador al que se enlazó al ritmo de la crisis de 1929 y el giro autori- tario del Callismo. 15 Navarro García, Jesús Raúl, Literatura y pensamiento en América Latina , Sevilla: CSIC, 1999, p. 150. 16 Reverte Bernal, Concepción, «Los contemporáneos: van- guardia poética mexicana», Rilce , Universidad de Navarra, II, 1986, p. 262.

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