Número 42
disminución no deja de estamparse por lo menos hasta 1548. Ese extraño ciclo de acompañamien- to y seguimiento: binomio, enunciación en solitario del sustantivo Mexico, llegó a su fin el 24 de julio 1548, cuando se le expidió el título de muy noble, insigne y muy leal ciudad de Mexico. La solici - tud de semejante título la había llevado, como bien se advierte al principio del documento, el procurador Alonso de Villanueva, en Nombre de la Ciudad de Tenoxtitlan-Mexico de la Nueva España. A partir de ese documento la Corona ya no volverá a usar Temixtitan-Mexico salvo en contadas ocasiones, como cuan- do quería dar cuenta de que alguna vez así se le designó a la ciudad y su provincia. Tensiones entre ambos lados del Atlántico Lo anotado hasta ahora me hizo pensar en una posible tensión, no manifiesta expre - samente, entre diferentes instancias fir - mantes al momento de designar, ya bajo el nombre de la provincia, a la ciudad. Esa indecisión se exacerba a partir de 1534, cuando las referencias en solitario de ciudad de Mexico aumentan exponencial- mente. Entonces, ¿qué faltaba para que procediera el cambio de manera definitiva y se pusiera fin a las ambigüedades? Si la masa documental que he tra - bajado deja ver en un primer momento que los años de 1527, 1534 y 1548 mar- can sutiles diferencias en la manera de designar a la ciudad, al observar con de- tenimiento se percibe que esas variacio- nes tienen que ver también con hechos y acciones que cambiaron la correlación de fuerzas entre la Corona y los con - quistadores —incluyendo, desde luego, a Cortés—, estantes, mineros y comer - ciantes de la ciudad de Temixtitan. Recordemos que justamente a fi - nales de 1527 se nombró a la prime- ra Audiencia y se designó a fray Juan de Zumárraga como obispo electo de México. Imposible tratar aquí todas las implicaciones que esto tuvo para los habitantes de la Nueva España, aunque algunas en particular se relacionan más directamente con nuestro tema. Para corregir errores hay que advertir que la propia Audiencia se designó como Real Audiencia de la Nueva España, por lo que la denominación de México vendría mucho después, cuando se estableció otra Audiencia, la de la Nueva Galicia. Por otra parte, la designación de “obispado de México” no refiere especí - ficamente que se asentaba en la ciudad de dicho nombre, pues en ese tiempo así no se le designaba, según se colige de la información reunida, y por lo tanto más tendría que ver con la utilización del tér - mino en su contexto provincial —tal y cual lo hicieron los franciscanos al esta - blecer su provincias del Santo evangelio de México en 1526—, para distinguirlo del primer obispado erigido en la Nue - va España: el Carolino o Carlonense, cuyo pastor era fray Julián Garcés y que comprendía, en esa aún mal conocida geografía, desde Yucatán hasta Tlaxcala. Mientras que el de México se extendería hacia el noroccidente de la provincia de México (incluyéndola, claro está) y cuya ciudad central era Temixtitan. En la correspondencia de Zumárra- ga, si bien en la primera larga carta que le escribió al rey en 1529 en distintas partes refiere lo sucedido en la ciudad de Mexico, termina datando en la gran ciudad de Tenuxtitan Mexico. Él mismo firma una carta donde se ubica en la ciudad Tenuxtitlán, fechada el 6 de mar - zo de 1530, pero existe otra que firmó el notario público apostólico relativo a la excomunión de los oidores Matienzo y Delgadillo, fechada el 10 de febrero de 1531 en esta gran ciudad de Temixtitan. No se piense que Zumárraga comen - zó a usar la designación de la ciudad de Mexico, pues ya antes en una provisión real que involucraba el accionar con- junto de autoridades civiles y eclesiás- ticas para tratar asuntos concernientes a Cortés, dada en Madrid el 5 de abril de 1528, el rey en más de una ocasión refi - 10
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