Número 41

21 consideramos forman parte de la columna vertebral de lo que padecemos hoy: 1. Las Reformas a las constituciones nacionales latinoamericanas bajo el eslo - gan comercial de las llamadas “reformas estructurales”, en donde se pone de ma- nifiesto una serie de iniciativas de leyes que abonan a “la legalidad ” del usufructo insostenible de los bienes naturales de las naciones y el consecuente despojo del te - rritorio que se encuentra totalmente arti- culado al franco adelgazamiento de los de - rechos humanos individuales y colectivos. 2. La Alineación de las naciones para que asuman como “ única e inequívoca forma de progreso y desarrollo” al proce- so económico conocido como globalización, que no es más que reafirmar al ya conoci- do sistema capitalista, s i s t e m a que hace a p e n a s unas cua- tro déca - das dejó de ser ejercido por las nacio- nes, para ahora ser implementado a través de los corporati - vos empresariales y sus due- ños, quienes son seres incapaces e insensi- bles ante su mayor resultado, que no único: el incremento de la desigualdad social. 3. El Debilitamiento de los gobiernos como estado/nación, para ocupar un rol sumiso ante el poder económico de capita - les privados, ha llevado a que abandonen a los sujetos y sus circunstancias -incluidos sus bienes naturales-, como punto central para el progreso, para ahora dar prioridad a la “ inversión/dinero/especulación ” como única condición para el cambio social. En el caso mexicano ello se traduce en la ruptu - ra total del pacto social logrado durante el proceso de la revolución iniciada en 1910. 4. El Incremento y fortalecimiento de las fuerzas de “seguridad” nacional e inter - nacional, incluyendo la creación de grupos de choque, paramilitares y grupos armados que actúan en contubernio con el gobierno y el crimen organizado, y que son utilizados o azuzados para destroncar las protestas, movilizaciones y resistencias que este mis- mo modelo depredador genera. A este des - tronque se le conoce políticamente como “ la criminalización de la protesta social”. La alineación de estos cuatro elementos ha ocasionado que hoy tengamos una franca tendencia a la eliminación de la vida colec - tiva. Esa tendencia es mencionada atinada - mente por el Papa Francisco en su encíclica como “ la cultura del descarte ”; es decir, lo que no sirve a los intereses corpo- rativos y finan - cieros sim- plemente se desecha. El modelo glo- bal rompe el bien común organizado, atenta contra la cultura fruto de la creación por el usufructo y sabi - duría de los pueblos, destruye permanentemen- te la naturaleza como espacio es- piritual y de confort, y por ende, su único destino es el “ vil despojo ” del humano en conjunto con lo que lo rodea. El modelo global casi funciona perfec - tamente, y aunque varias voces lo pongan hoy en contradicción, la verdad es que a los intereses y objetivos para los que fue creado, funciona de maravilla. Por ello, aunque estemos ciertos y seamos racio- nales respecto a lo que nos ocurre, casi es imposible que -de forma individual o como colectivos-, no estemos inmersos en muchos de los componentes mismos que le dan vida propia al sistema global capi- talista. Al modelo global lo han hecho ley

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