Número 41

15 pables y castigados mediante acciones que lejos de ser terroristas constituyen supuestamente una “guerra justa” de cie - lo, mar y tierra. Y esas mentiras colosales son compartidas por los pueblos y gobier- nos partidarios de una globalización que incluye a Estados Unidos y Europa y a la que China cada vez se acerca más. Actualizar, reforzar y comprometerse con ideologías y programas que den teér - mino al actual modo de dominación y acu - mulación, de organización del trabajo es - clavo, tributario, servil, y mentirosamente asalariado, así como al inmenso desempleo de miles de millones de jóvenes que luchan inútilmente y desesperados por un trabajo o una escuela, es una tarea urgente que ha de tomar en cuenta todas las experiencias anteriores que fallaron, para no recurrir a ellas y todas las que tuvieron éxito para aplicarlas y adaptarlas, más las que han florecido recientemente y que enriquecen el proyecto revolucionario de otro mundo verdaderamente posible. Ese mundo no puede tener como “atractor” o atractivo principal la maximi - zación de poder y riquezas, sino la organi - zación de la sociedad y del mundo entero en torno a los valores humanos que los clásicos y los nuevos movimientos eman - cipadores defienden. Lograr ese objetivo en la práctica co - rresponde a un proceso que se da, y tal vez se dé, como muchos otros, entre mo - vimientos insumisos y rebeldes, políticos o armados, y entre confrontaciones y ne - gociaciones. En cualquier caso, las fuer - zas progresistas y revolucionarias ten- drán que encontrar tanto las alternativas que efectivamente les permitan construir la libertad, el socialismo y la democra- cia, como los procesos de transición que den mínimas garantías a los participantes para defender sus intereses y valores vi - tales en la nueva organización mundial. La alternativa principal no es hoy re- forma o revolución, sino desconocimiento o conocimiento de que la actual organiza- ción de la vida nos lleva a genocidios des - comunales, a crisis crecientes de la civili- zación, y a la muerte del planeta. Éste ya nos está enviando un mensaje indiscutible: capitalismo y muerte, o libertad, socialis- mo, democracia y organización de la vida y del trabajo para alcanzar esos objetivos. En el mundo entero el país más indi - cado y con más experiencias en las lu - chas y las negociaciones emancipadoras es Cuba. Muchos consideramos que en ella debe organizarse el diálogo mundial permanente sobre las alternativas y las transiciones posibles para la organización de un mundo que asegure la vida y el tra- bajo. En ese diálogo, tendrían que parti - cipar los think tanks de las corporaciones y complejos y los representantes de las luchas contra “la hidra del capitalismo”, imagen clara de los zapatistas, quienes, de las mil cabezas, nos indican una que es necesariamente mortal, y en este caso mortal para el capitalismo. El capitalismo sin fin es un mito. Y sin embargo ese mito es el que se está impo - niendo en el mundo, no sólo con la apli - cación del neoliberalismo, sino con la ins - tauración del capitalismo corporativo en el antiguo “campo socialista”, y a últimas fe - chas con una creciente ofensiva, que coin - cide con la presencia cada vez mayor de la extrema derecha en Estados Unidos y Euro - pa, y con el avance de la globalización en el camino de un mundo unipolar encabezado por Estados Unidos, y donde entre los gran - des obstáculos están los que representan entre contradicciones Rusia y China. Tales hechos, sin duda constituyen un freno para cualquier proyecto de transición negociada a la organización del trabajo y de la vida en dirección al post-capitalismo. Y en este terreno Cuba es también la que nos convoca a hacer de nuestra voluntad, de nuestra moral, de nuestra conciencia una norma a seguir hasta el fin, y no sólo controlando el mie - do, sino perdiendo todo miedo, como les dijo Fidel hace tiempo a los estudiantes de la Universidad de la Habana. Y termino esta plática de una mane - ra no acostumbrada: ¡Viva la vida! ¡Ven - ceremos!

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