Número 40

38 Siguiendo a Foucault, Rea considera que el racismo es una técnica del biopo- der, que regula vida y población, con el fin de hacerlas productivas para el capi - tal, al tiempo que ejerce el derecho de muerte, esto es, separa lo que debe vi - vir de lo que debe morir, la eliminación física y “exclusión moral o política” del Otro, justifica la diferencia para separar y clasificar. Deja claro la indisociable relación entre racismo y Estado-nación, enten - diendo el “racismo como un modo de establecer diferencias, desequilibrios o censuras, apelando a la biologización de lo social (proceso de racializa- ción)” y al Estado como un orden inaca - bado, un aparato burocrático no siem - pre coordinado y centralizado, que no es lineal en su funcionamiento, en el que existen negociaciones sobre la domina- ción y disputas por el poder (Escalona, 2011:45, citado en Rea). Siguiendo a Segato (2007:29), sostie - ne que el racismo es una forma de produ- cir alteridades, convirtiendo en Otros a determinados sujetos, por medio del dis- curso de las élites, lo que se reproduce en el ámbito familiar y en la vida cotidiana, y se transforma por la resistencia de los sujetos racializados. Carmen Rea opta por el uso de lo ra - cial, en lugar de raza, lo que puede supe- rar un debate que aparentemente parece haberse agotado, y, en cambio, refiere a la diferenciación social que adopta el fe - notipo, indicador de diferenciación, que hace posible observar al Otro como raza. Lo racial es un criterio de identificación/ diferenciación, un recurso de biologiza - ción, pero también se racializan otros atributos culturales y sociales de origen étnico, religioso, etcétera. Los rasgos fe- notípicos son negociables en determina- das circunstancias; lo racial se constitu- ye en un recurso de lucha y un capital en el sentido bourdiano, en tanto posee un valor. Rea coloca el blanqueamiento en el centro de lo que denomina Otrificación e Inferiorización en la ciudad de Oruro. El blanqueamiento implica una valoración de lo blanco en forma obsesivamente po- sitiva y superior frente a sus opuestos, que son altamente menospreciados, lo indígena, lo negro, etcétera. Lo blanco es una condición de privilegio en la estruc - tura social, es un indicador “subjetivo” de clase. De allí la aspiración al mesti - zaje, un discurso de poder que distingue a la población para justificar situaciones de privilegio. Cuando la Otredad se iguala, tí- tulo del libro, es profundamente signi- ficativo de una de las particularidades del racismo en períodos de crisis, coloca el análisis en el corazón de este racismo que se exacerba en tiempos de cambios económicos y sociopolíticos en la so - ciedad orureña, de visibilidad y emer - gencia política de los sujetos racializa- dos. En otras palabras, la construcción del objeto del racismo se ve fuertemente favorecida por cambios económicos y políticos en la sociedad, que conducen a una mayor visibilidad e igualamien - to del Otro, incluso percepción de des - plazamiento, percibido o que se produ- ce por un proceso de movilidad social y fortalecimiento del Otro en un lugar privilegiado del sistema de clases que modifica las jerarquías sociorraciales dominantes en la sociedad. Persiste en el imaginario el deseo de un cambio del color de piel; pero lo que se origina es un mestizo blanqueado y el blanqueamiento es más cultural. De allí la denominación de cholo , a quien al igual que al indio, se le niega la igualación. Los cholos invaden los espacios antes exclusi - vos, por lo que las clases medias pierden exclusividad y el control de la otredad, señala la autora. Antes, según las élites, el indio estaba en su lugar, pero llega a la ciudad, espacio al que la clase media se aferra, produciéndose una re-signifi - cación de marcas culturales y fenotípicas que se acentúan en las escuelas. Pensemos, en esta dirección, en el slogan xenófobo racista durante los

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