Número 40
34 par todo su cerebro. Tal vez ¿el extraordi - nario futbolista Messi tiene en su cerebro una enorme pelota de futbol? Mira Joel. Por tu manera de interrum- pirme, aportando ilustraciones a lo que te estoy contando sobre la vida. Creo que ya podemos dialogar de igual a igual. Bueno, como te seguía contando, esa desarmonía o deformación de la perso - nalidad no solo ocurre en los deportistas sino también a cualquier hombre o mujer que se especializa profesionalmente y tra- baja a dedicación exclusiva. Esto se origi - nó cuando se empezó a producir bienes o servicios que se valoraban en el mercado mediante la división capitalista del traba - jo, es decir, mediante el surgimiento de las profesiones u oficios. Actualmente, en el mercado de traba- jo tienen gran demanda los profesionales con alguna especialidad; por ejemplo, en la medicina, hay cirujanos que únicamen - te operan la mano; tal vez, en el futuro, se especializaran en operar el dedo. Ya hacen implantes en la mano de un dedo del pie. Medio en broma y medio en serio se ironizaba a los médicos, diciendo que ha- bía unos especializados en el oído izquier- do y otros, en el derecho. Quien advirtió tempranamente –en 1847- esa tendencia a la especialización en el trabajo de la naciente sociedad capita- lista fue un notable economista y filósofo alemán de enorme barba: Carlos Marx, en su libro La miseria de la filosofía . A esos especialistas los llamó fachidioten. Los fa- chidioten son convertidos en celebridades y estimulados económicamente por las gi - gantescas empresas privadas. Bobby Fisher tenía su cerebro con - vertido en un tablero de ajedrez con sus fichas; había asumido el ajedrez como la única razón de su existir. La figura de Bobby Fisher en el ajedrez mundial es in - mortal. Cuando reproduzco sus partidas que han obtenido premios a la brillantez me ocasiona un gozo extraordinario. Sin embargo, la vida no solo es el ajedrez ni cualquier otra especialización profesio - nal. Fisher, fuera del ajedrez era un idio- ta, era vulnerable. Aunque clamado y admirado por multitudes estaba encarce- lado, acuartelado por el ajedrez. Es difícil imaginarse que un hombre genial, fuese, a la vez, también un idiota. No solo la presente sociedad capitalista induce a la especialización; sino también al afán de lucro, la competitividad, el egoís - mo y el consumismo. En el aspecto eco - nómico, da por resultado que el desempleo o la pobreza se extienda y la riqueza se concentre en los accionistas de las grandes empresas trasnacionales. En el aspecto, mental, las frustraciones de la población conducen a evadirse de la situación injusta y buscar refugio ilusorio en las enfermeda- des mentales, adición a las drogas, sectas religiosas o al suicidio. Esto conviene a los
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