Número 40
27 carminativas o balsámicas , mientras que los principios moleculares activos, carac - terísticos de la perspectiva analítica pro - pia de la farmacología consolidada en el siglo pasado, tienen, entre otros, efectos hipoglicemiantes, antiinflamatorios, antihi - pertensivos, estrogénicos o vasodilatadores . Dichos efectos expresan a su vez otros aún más abstractos: los evidenciables en el ni - vel específico de la dinámica celular o de los receptores moleculares, por ejemplo. Estas caracterizaciones, a pesar de su ter - minología contrastante, no son contradic- torias, sino potencialmente complementa- rias: acompañan precisamente el nivel en el cual fija su atención el observador. La paradoja es que la mirada del clínico, cuali- tativa y cuantitativa, integradora por nece - sidad, sintetizaría la caracterización de los efectos del vegetal o de sus extractos en el paciente, pero no es reconocida a suficien - cia, dada la atomización de la perspectiva biomédica dominante, funcional a una po- derosa estructura económica. Por lo que respecta a la dinámica de re - gulación de productos naturales, hay tam - bién una vertiente semántica fundamental. Lo mismo puede decirse de las categorías regulatorias que llegan a operar como fran- cos eufemismos, como es el caso del uso del término mixto “suplemento nutricional” para con ello dar una salida conveniente para algunos de los actores sociales e incon- veniente para otros. Y es que esa peculiar figura del “suplemento alimenticio” resulta a menudo un subterfugio que permite en los hechos a la biomedicina institucional y al sector público eludir la responsabilidad de llevar a cabo investigaciones clínicas acordes con las modalidades de uso popular de las plantas, modalidades que recurren al uso de extractos totales de las mismas y no de principios químicos aislados; el énfasis exclusivo en éstos pasa por alto la integra - ción de aportes complementarios, como si no existieran o fueran irrelevantes las siner - gias o asociaciones de principios que mode- lan los efectos de las plantas. Así, la planta entra al laboratorio –y al mercado– para ser desmenuzada en nuevas familias y categorías. El proceso analítico tiene sus propias reglas y su propia narra- tiva, cargada también de énfasis simbólicos aunque se le arrope de “objetividad”. El remedio no es el medicamento, el medicamento herbolario no es el fitofárma - co , el extracto total no es el principio activo molecular, y la receta estandarizada no es la prescripción magistral. Las palabras no son ingenuas. El “suplemento alimenticio” consagrado como categoría regulatoria, no se vende ni se compra porque sea capaz de alimentar o de suplir nutrientes, sino por su reclamo tácito como producto terapéu - tico pero inconfesable, en una coartada terminológica que permite no invertir en las comprobaciones e investigaciones que se le exigen al medicamento herbolario . Detrás de toda esta terminología se en - cuentran aproximaciones no sólo contras - tantes, sino a menudo contradictorias o in- cluso antagónicas, que remiten a su vez a racionalidades difícilmente armonizables. Se llega, en el ámbito regulatorio, a presenciar lides entre disciplinas en torno al efecto de una determinada planta, donde la terminolo- gía particular empleada por cada una de esas ciencias tropieza con modalidades epistemo- lógicas a su vez diferenciales y excluyentes. La realidad se define en el ámbito de la aplicación de los productos. La investiga - ción clínica constituye no sólo el espacio que valida al medicamento como tal, sino el proceso que convierte a una sustancia o procedimiento cualquiera en una mercan- cía. Y ese proceso tiene su propia narrati - va. El “principio activo” cobija y sintetiza un paradigma analítico de acercamiento a la naturaleza lejano de las modalidades de uso empírico, y lo “empírico” se carga de peroración descalificadora. La hegemonía actual de ciertas apro- ximaciones de la química, que subordinan en este campo incluso a la medicina clíni- ca, llega a establecer las propiedades tera- péuticas de recursos que se definen en el ámbito artificial del laboratorio (Stengers, 1997), en un escenario descontextualizado difícilmente armonizable con la naturaleza relacional y sinérgica de la fisiología ani -
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